Comunicación, campo(s), teorías y problemas. Una perspectiva internacional

 

 

Título del Capítulo «La construcción de casos sobre mediatización y circulación como objetos de investigación: de las lógicas de las analogías para estudiar la explosión de los desfasajes»

Autoría: Jairo Ferreira

Cómo citar este Capítulo: Ferreira, J. (2016): «La construcción de casos sobre mediatización y circulación como objetos de investigación: de las lógicas de las analogías para estudiar la explosión de los desfasajes». En Vizer, E.; Vidales, C., Comunicación, campo(s), teorías y problemas. Una perspectiva internacional. Salamanca: Comunicación Social Ediciones y Publicaciones.

ISBN: 978-84-15544-57-9

d.o.i.: https://doi.org/10.52495/51.emcs.17.ei13

 

5. La construcción de casos sobre mediatización y circulación como objetos de investigación: de las lógicas de las analogías para estudiar la explosión de los desfasajes1

 

Jairo Ferreira

 

 

En este capítulo, proponemos una perspectiva de construcción de casos de investigación sobre mediatización y circulación. Partiendo de los esquemas de Verón, nuestra proposición acentúa la explosión de los desfasajes entre lógicas de producción y de reconocimiento como fenómeno central de los procesos de mediatización. La problemática del método está dirigida, en ese sentido, para observar esa diferenciación. El hilo conductor sugerido para investigar esos objetos en expansión (medios, lógicas de producción y recepción, usos y prácticas, circuitos y ambientes, nuevas narrativas y caminos, etc.) son los indicios, las inferencias y las relaciones analógicas, centrales en la constitución de casos de investigación diseñados por el argumento abductivo. Concluimos encontrando un caso como referencia del argumento deductivo e inductivo, y presentando algunas cuestiones relevantes para la investigación de las explosiones de desfasajes en los procesos de circulación mediática.

 

1. El objeto: investigación de los procesos mediáticos en la perspectiva de la circulación2

 

La circulación en cuanto objeto de estudio viene siendo, sobre todo dentro de una vertiente latinoamericana inaugurada por Eliseo Verón, uno de los ejes centrales de las investigaciones sobre mediatización (que entendemos como un ángulo epistemológico específico de investigación de los procesos mediáticos.) Ese objeto es discutido en el ámbito de un modelo de comunicación donde productores y receptores están en posiciones bien diferenciadas, conforme al modelo canónico de la comunicación. La problemática propuesta por Verón acentúa los desfasajes (las diferencias) entre gramáticas de producción y gramáticas de recepción, analizadas según los abordajes semio-antropológicos. En este sentido, los casos que él investiga pasan por varios momentos de ese proceso: la investigación de la producción y sus rutinas; de las técnicas y de las tecnologías, de los signos y del discurso así producido; y de los usos y de las apropiaciones, en la esfera de la recepción. La circulación es investigada como relación entre esos diversos momentos del proceso mediático-comunicacional.

Investigar siguiendo esa perspectiva sitúa esa línea de investigación entre las epistemologías de comunicación en diálogo con los recorridos históricos en el área (estudios de producción, de recepción, de producto), con las cuales procura integrar, negar e innovar, superándolos y consolidando nuevos aportes teóricos y metodológicos. Esta perspectiva no es la misma de la que tanto se habla entre los estudios nórdicos, en la que sí es visible una distancia con relación a un problema comunicacional, en la medida en que acentúan una dimensión social, política, y cultural relacionada con los procesos mediáticos (Braga, 2015). Muchos investigadores aún no consiguen diferenciar esa diversidad epistemológica, teórica y metodológica en los estudios sobre mediatización, lo que indica una carencia de una sistematización de los mismos. Sin embargo, ése no es el objetivo del presente artículo.

Nuestro objetivo es, partiendo de la herencia de Verón, hacer un cuestionamiento y realizar proposiciones a las investigaciones sobre circulación. En este sentido, primero, presentamos de manera resumida la propuesta de Verón para el análisis de la circulación. Luego, desarrollamos cuestionamientos sobre la expansión y la creciente complejización del concepto de desfasaje, y nuevos modelos de circuitos-ambientes (Gomes, 2011) comunicacional a partir del análisis de los medios en las redes digitales, y, sintéticamente, sobre qué es comunicación en este proceso. En la sección posterior presentamos una propuesta de método —de las gramáticas y de las lógicas a las analogías— para efectuar una constitución de casos de investigación sobre la circulación, considerándose una explosión de desfasajes en nuevos circuitos y ambientes mediáticos.

 

1.1. Esquemáticamente, el modelo de Verón

 

La propuesta de Eliseo Verón para la investigación de la circulación tiene como punto de partida lo discursivo. En este sentido, sus estudios acentúan, como afirmamos, los desfasajes entre las gramáticas de producción y las gramáticas de reconocimiento, considerándolas como dos espacios específicos, delimitados por técnicas y tecnologías transformadas en medios. En este nivel, su pregunta central refiere a las relaciones entre ambas gramáticas. Nosotros nos distanciamos de este modelo y proponemos articular lo discursivo como un proceso comunicacional socio-mediático. De esta manera, nos distanciamos del siguiente esquema formulado por Verón (2007):

 

Si partimos, en el curso de una investigación, de un conjunto de discursos tomado como «corpus» (D), éste puede ser encarado como una configuración de superficies discursivas constituidas por operaciones que reenvían a una gramática de producción (GP), la cual se explica a su vez por un conjunto de condiciones de producción (CP). Si la reconstitución de una GP puede ser considerada como un trabajo descriptivo, de identificación de invariantes operatorias identificadas en el conjunto D de superficies discursivas, la GP, una vez caracterizada, permite definir a D como una clase de discurso: es el caso de una GP como contrato de lectura de un medio de prensa, por ejemplo. Lo que nos interesa aquí es subrayar el hecho de que si el análisis nos permite articular la clase D de discurso a una gramática de producción dada, las propiedades de D así descritas no nos autorizan a inferir los «efectos» de esta clase de discurso en recepción: la clase D de discurso está sometida, en recepción, a una pluralidad de «lecturas» o de interpretaciones, que designamos como gramáticas de reconocimiento (GR) de D, y que reenvían a su vez a condiciones de reconocimiento (CR) determinadas. Tenemos allí una prueba capital sobre la no-linealidad de la comunicación, que resulta del estudio empírico de la circulación discursiva» (Boutaud; Verón, 2007: 3).

 

Lo que llamamos socio-mediático es otro modelo (también de Verón), muy utilizado dentro de la línea de las investigaciones sobre mediatización y procesos sociales, que abarca el estudio de diversos actores sociales, instituciones y los medios. La investigación en la perspectiva socio-mediática busca los desfasajes semio-antropológicos en las interacciones entre instituciones, medios y actores inscriptos en procesos mediáticos. Es decir, las mutuas remisiones en las interacciones y las relaciones entre los actores, instituciones y medios diagraman, desde nuestra perspectiva socio-mediática, las interacciones comunicacionales en las posiciones de producción y de recepción mediática. Esa remisión a los actores e instituciones indica el camino para inferir la incidencia de la mediatización en los procesos sociales. El beneficio epistemológico de esta perspectiva de estudio es que permite analizar no solo las interacciones entre producción y recepción que ocurren dentro de los procesos mediáticos, sino también aquellos procesos sociales, interpersonales, interacciones sociales; que son accionados por los procesos mediáticos y que tienen lugar por fuera de los espacios de esos procesos.

 

1.2. La explosión de los desfasajes: medios, dispositivos y circuitos-ambientes multipolares

 

Algunos autores hablan de la «explosión» de la comunicación. Otros, de «explosión» de códigos. Nosotros ponemos el acento en la «explosión de los desfasajes» como fuente de complejidad social contemporánea (Ferreira, 2015). Esta explosión ocurre en dos niveles. Uno, relativo a los usos, las prácticas y las apropiaciones de los medios y de los dispositivos. Otro, en la esfera de constitución de circuitos-ambientes multi-polares. Es decir, en nuestra formulación, destacamos la proposición de que los desfasajes no se resumen ni pueden ser reducidos solo a los discursos; sino que constituyen uno de los «ejes» de los desfasajes. Nosotros hacemos hincapié en que los desfasajes son relativos a los usos, las prácticas y las apropiaciones relativas a todos los medios y a todos los dispositivos socio-semio-técnicos, contextualizados por las lógicas de los actores, las instituciones mediatizadas y mediáticas. En otras palabras, el consumo, los usos, las prácticas y las apropiaciones están contextualizadas en conflictos entre lógicas de comunidades, Estado y mercados (aquellos «vinculados» a intentar realizar apropiaciones culturales, económicas y políticas.) La proposición, en este aspecto, es que el proceso histórico-social de diferenciación de los procesos mediáticos complejiza los desfasajes.

Esta complejización está vinculada con los medios. Los medios de comunicación se constituyen en una matriz que abarca los signos, la lengua, los discursos, las técnicas y las tecnologías, y los medios sociales (dinero, títulos, votos, creencias, valores, normas, afectos, diversas formas de vinculación, etc.). La transformación de los medios en dispositivos es un proceso social que incluye un ‘empoderamiento’ de una matriz específica que, como capas arqueológicas, se superponen unas sobre otras. Así, cuando analizamos Facebook como medio, es importante situarlo en la matriz e identificar sus signos, su lenguaje, sus discursos, sus técnicas, sus tecnologías, y sus medios de comunicación simbólicos, que se encuentran mobilizados por las interacciones sociales (dinero, creencias, valores, normas, afectos, diversas formas de vinculación, etc.). Esta matriz, a su vez, está superpuesta a otras matrices y genealogías: Facebook, por ejemplo, se vincula con la genealogía de la historia reciente donde está el chat, u Orkut; o con la genealogía de la historia más antigua, donde está la lengua, el discurso, etc.

Analizar un medio en formación pasa por el consumo (incluye considerar todos los aspectos e inclusive el nivel de acceso sin reducirlo meramente a lo económico), los usos (la experimentación social, pero también el valor de uso, en el sentido que Marx le otorga), por las prácticas (las formas de uso socialmente estabilizadas, ritualizadas, que regulan dichos usos) y las apropiaciones (las lógicas de la comunidad, del Estado y de los mercados económicos, culturales y políticos.) En este sentido, diferenciamos los usos y las prácticas según Lahire (1998).

El primero de los medios de comunicación es el signo. Sin embargo, eso no significa que sea central cuando se analizan los procesos mediáticos. En un largo proceso histórico-social, los consumos, los usos, las prácticas y las apropiaciones sociales de los signos, están en relación con el lenguage (entendido aquí como la lengua oral y escrita), con los discursos, con las técnicas y las tecnologías, y con los medios de comunicación simbólicos (por ejemplo valores y normas sociales, como los pensó la antropología y autores tales como Bourdieu y Luhmann.) En este sentido, el análisis semiótico puro es una abstracción —productiva—, pero con los límites de una abstracción improductiva como resultado de no pensar en el conjunto de las relaciones concretas en las que opera. Los análisis del conjunto de las relaciones concretas son los que nos permiten comprender la génesis histórica y la lógica de los desfasajes, ahora dirigidos a un objeto específico: la circulación y la mediatización.

Tomamos como punto de partida las proposiciones de Elizabeth Walter Bensen (2000). Según Bensen, toda interacción comunicacional es una relación entre dos repertorios de un signo, dos emirores y dos receptores y/o dos interlocutores, como preferimos referir en términos de las relaciones en las redes digitales. Sin embargo, ese repertorio (Bensen, 2000) no es homogéneo. En la interacción hay una zona compartida de repertorios a partir de la cual se establece una zona común, que es tensionada por las zonas de diferencias. El problema que plantea Bensen es correcto para nuestra reflexión. Los repertorios no contienen signos homogéneos. La autora no habla de contenidos. Ella habla de operaciones. Trata de afirmar que los repertorios son operaciones semióticas que los interlocutores, en las posiciones de emisores, receptores o de receptores productivos, accionan cuando hay en juego un objeto determinado (no existe un objeto en sí, solo existe el objeto en tanto está representado en forma de ícono.)

Las interacciones, por lo tanto, son tensionadas por las operaciones diferenciadas. La heterogeneidad cognitiva acciona incertezas e indeterminaciones, con múltiples posicionamientos diferenciales según las diversas operaciones posibles que están en juego. En este esquema, el nivel más abstracto de la investigación sobre circulación, demanda el estado artesanal del análisis de las operaciones (del signo) movilizada por los interlocutores. Los desfasajes ocurren cuando existen usos y tentativas de apropiación de los medios, pero al mismo tiempo ocurre una iconización de una parafernalia de objetos (tecnologías, técnicas, lengua, lenguaje, discursos, personas, interacciones, etc.). Es decir, una de las características de los nuevos medios y de la proliferación de medios y objetos desconocidos, es la explosión de desfasajes, que favorecen el accionar de una semiosis en cuanto proceso disruptivo, en procesos no lineales. Disruptiva entonces, la semiosis pone en jaque las interacciones discursivas, históricas y socialmente estabilizadas en cuanto prácticas (habitus). Eso ya ocurría antes, en las relaciones discursivas marcadas por los medios y por los dispositivos, cuando los polos emisores son reconocidos como instituciones, según las investigaciones sobre recepción y circulación (modelos desarrollados por Verón, mencionados en páginas anteriores.) La disrupción se complejiza por la complejidad de los medios disponibles, por la diversidad del consumo, de los usos y por las tentativas de prácticas y apropiaciones, lo que, en la esfera del signo, implica un proceso de complejización de los objetos, de los medios y de los interpretantes.

Específicamente, además del discurso (nos referimos aquí al esquema mencionado en páginas precedentes citado en Boutaud & Verón, 2007), y del signo como génesis del proceso, la lengua —hablada y escrita— se actualiza en los desfasajes, actuando de forma paradojal. Por un lado, los códigos lingüísticos reducen la complejidad (contrarrestando el caos y la incerteza a través de códigos sociales.) Pero, al mismo tiempo, ocurre la diferenciación lingüística (todas las que puedan ser pensadas en términos sociales). En otras palabras, la unificación lingüística es un trabajo social, donde los usos, las prácticas y las apropiaciones producen no solo comunicación del tipo del consenso sino también los desfasajes.

Los desfasajes, técnicos y tecnológicos, son también cada vez más complejos. Desde los innumerables e interminables ‘modelos’ de celulares, de televisores, con sus funciones-medios diferenciadas, hasta las técnicas y tecnologías de software que se superponen mediante las aplicaciones en esos medios en mutación. Esto abre nuevas posibilidades de interacción, demandando nuevas competencias semióticas de los usuarios, generando nuevas industrias de producción, etc. Esos procesos actualizan —transforman, niegan, superan— los desfasajes históricos y sociales conocidos, e inclusive los cuestionan. No necesariamente en el sentido de instalar nuevas normas y valores sociales que sean simbólicamente reconocidos como medios y poder; pero sí muchas veces en relación con la falta de estabilidad de las relaciones sociales, colocando en jaque la capacidad adaptativa de la especie.

Los desfasajes son «centrifugados» por los polos endógenos en interacción en circuitos-ambientes que representan y ponen en funcionamiento: a) los sistemas de comunicación simbólicos (de las instituciones mediáticas, mediatizadas, y actores, que ocupan diferentes posiciones en campos y mercados, y que desarrollan diferentes disposiciones y estrategias de reproducción y expansión), b) el núcleo social de lógicas discursivas en producción, los consumos, los usos, las prácticas y los dispositivos, que están inmersos en lógicas no solamente comunitarias, sino también estratégicas, estatales y mercantiles (económicas, políticas y culturales).

En las interacciones multipolares, las lógicas de producción de cada actor, institución mediática y mediatizada están en sinergia con lógicas de reconocimiento, en un proceso que se sobrepasa a la investigación de la circulación conforme el modelo canónico de Verón (en el que la producción, de un lado, está representada por un contexto y por la lógica específica de producción —de los medios—, y; por otro lado, la recepción, está representada por diversos contextos y por diversas lógicas de reconocimiento de los actores u otras instituciones.) Es decir, los consumos, los usos, las prácticas y las apropiaciones de los medios en la esfera de la producción, realizados por actores e instituciones mediatizadas e instituciones mediáticas, los coloca en una sinergia, en la que cada uno es un polo productor y un polo receptor. Por lo tanto, cada uno se presenta como contexto y lógicas de producción y, al mismo tiempo, como contexto y lógicas de recepción, frente a otros. Hay una explosión, exponencial, de las lógicas de reconocimiento, derivada de la multiplicación de las lógicas de producción, que se retrotrae sobre esas lógicas, inclusive como contexto de producción. Explosión, por lo tanto, son los desfasajes y una aceleración de las interacciones.

 

2. El método: ¿cómo investigar los desfasajes-la circulación?

 

¿Cuál es el método para la investigación de la circulación? Nuestro punto de partida, también de la discusión sobre el método, son las investigaciones sobre la circulación en Verón que presentamos resumidamente en esta sección. Nuestro foco son las investigaciones empíricas que movilizan el concepto de gramática de producción y de reconocimiento. Esas investigaciones son situadas por el autor explícitamente como estudios sobre la circulación en los siguientes textos: Les spetacles cientifiques télévisivés (1985); Ethnographie de l’exposition l’espace, le corps et le sens (1989). ¿Pero qué es la gramática de producción?3

Un cuadro que compare las dos investigaciones indica una heterogeneidad metodológica. Si en Les spetacles cientifiques télévisivés (1985) las gramáticas de producción (documento clásico; informe periodístico y el presentador en un estudio de televisión) parecen referirse a esquemas sobre técnicas de producción; en Ethnographie de l’exposition l’espace, le corps et le sens (1989), la producción es descrita, pero no inferida en diagramas, figuras, e íconos. Ya las gramáticas de reconocimiento en Les spetacles cientifiques télévisivés (1985) se refieren a las figuras que el investigador infiere sobre las interacciones mediadas (por el dispositivo de contacto) entre el conocimiento científico como objeto del discurso y la recepción (beneficiario; beneficiario perturbado; excluido; espectador retraído y beneficiario retraído), en una aproximación a los estudios de apropiación/recepción. En Ethnographie de l’exposition, l’espace, le corps et le sens (1989), las gramáticas de reconocimiento se refieren más a los usos que a las apropiaciones simbólicas-discursivas (esto Verón lo ejemplifica con los usuarios de una exposición artística, con la representación de figuras inferidas, tales como visitas a exposiciones en recorrido tipo hormiga, mariposa, peces y grillos.)

¿Qué es lo transversal en los dos estudios? El uso de figuras, diagramas e íconos en la construcción de los objetos de investigación, y, después, en las inferencias sobre los procesos analizados. En este sentido, en los dos artículos, se puede observar la construcción icónica de los objetos. Aunque no sea nominado y conceptualizado, Verón, en los sucesivos esquemas de análisis de los procesos mediáticos, que estudia diversos casos, utiliza metáforas como referencia central de lo que nombra como gramáticas de producción y reconocimiento. Eso es coherente con una formulación en el primero de los dos estudios. En el primero de esos estudios (Verón, 1985), el concepto de figuras (Barthes) es el que direcciona metodológicamente el análisis de los procesos de producción. En el segundo estudio, el análisis gana una configuración peirceana (en el que símbolo, ícono e índice son categorías metodológicas.) Sin duda, un período de transición a ser estudiado, su tránsito de la semiología de Barthes a la semiótica de Peirce.

Esto nos permite concluir un proceso de reelaboración del método en las investigaciones empíricas que realizó sobre la circulación, con una diversidad epistemológica que no permite unificar los dos estudios, aunque los resultados de las dos investigaciones sean, en el artículo más reciente (2007), vistos como perteneciendo a la misma perspectiva de las gramáticas de producción y de reconocimiento. Esa diversidad epistemológica se articula con una diversidad en las formas de operacionalizar el método sugerido. En su artículo con Boutaud (Boutaud y Verón, 2007), presenta ese balance, y, sintomáticamente, no habla de gramática de producción para el segundo de los estudios. Retrata, mientras tanto, las gramáticas de reconocimiento (identificadas en los usos y en las apropiaciones de una Exposición) en Les spetacles cientifiques télévisivés (1985) y en Ethnographie de l’exposition, l’espace, le corps et lesens (1989). En ambos, su cuestionamiento es epistemológico.

 

2.1. Un hilo para investigar los objetos en expansión: de los indicios a las relaciones, de las lógicas a lo analógico

 

Sin embargo, en el análisis de la circulación de acuerdo a su modelo, Verón (2001) identificó la problemática de la circulación como espacio de duda e indeterminación. Esa identificación es central en su crítica a los estudios en comunicación que tienen como referencia la posibilidad de establecer una relación entre el mapa socio-demográfico y el sentido en las interacciones discursivas. Esa formulación ya ha sido también inferida por nosotros (Ferreira, 2003), en el análisis de las interacciones en las listas de discusiones.4 Sin embargo, esto demanda una investigación empírica que supere el análisis socio-demográfico de las conductas. Ese es el punto convergente con Verón. ¿Cuál es entonces el punto divergente? En nuestra propuesta no se trata de analizar gramáticas, ni lógicas, en ese proceso. Nuestra propuesta es la de investigar ese proceso a partir de las operaciones de analogía a partir de un ambiente en que hay explosión de los desfasajes.

Lo analógico puede ser, por el prefijo an, negación, oposición, separación, disminución, falta o refuerzo de lógica. Esa multiplicidad semántica le da al término un lugar especial en la solución que buscamos para el método de análisis de procesos no lineales. En este sentido, la experiencia, pero sobre todo los sentimientos, se transforman en formas que se articulan y construyen el análisis y la crítica sobre los procesos mediáticos. Esta proposición no niega la existencia de lógicas, específicas, en los procesos mediáticos. Sino que informa que la investigación, al encontrarse con diversas lógicas específicas, en los desfasajes diversos, debe transitar para lograr un espacio reflexivo más fluido, en que la negación de las lógicas, sus oposiciones, separaciones, reducción de fuerza, falta o refuerzo de la misma, son concomitantes, según el caso en investigación.

Si actualizamos nuestra proposición, quedaría formulada de la siguiente manera: en el análisis de las interacciones comunicacionales en red es imposible anticipar la especificidad de los circuitos, de los ambientes de interacción, de los nuevos paradigmas de interacción que emergen de las narrativas reconstruidas, de los puntos de bifurcación, de la sucesión de bifurcaciones, de los desfasajes decurrentes, de los trayectos y vías dominantes, de las subordinadas que las alimentan, etc. De allí, la importancia de las operaciones analógicas. No se trata de la analogía del análisis de contenido. En esa, la analogía es el operador como correlato de lo idéntico, es movilizada en la construcción de categorías, pretendiendo la construcción de grupos y géneros de los datos disponibles a través de una clasificación exhaustiva de una población estadísticamente relevante.5 Los objetos son tratados como si fuesen el mismo. En la reflexión que desarrollamos arriba (la explosión de los desfasajes en nuevos ambientes-circuitos), identificamos una ruptura epistemológica: los objetos que investigamos en los procesos mediáticos son diferenciados, no son idénticos entre sí, como tampoco lo son los lenguajes y géneros que construimos sobre ellos.

 

2.2. El diagrama: casi-símbolo, casi-objeto

 

La analogía solamente va a aparecer en la investigación sobre la exposición (Verón, 1989), cuando el autor cita a Peirce. Pero en ese momento el autor todavía está entre las concepciones de Barthes y de Peirce sobre analogía. El debate entre esas varias concepciones y autores es una discusión interesante, pero no es lo que vamos a realizar aquí.

Es muy importante destacar aquí la sugerencia de Pignatari (2004) sobre el ícono como «primerización»6 de lo tercero. Debemos aclarar, que se trata también de una «primerización» de lo segundo (el objeto). En este sentido, hay una doble suspensión. Primero, el trabajo de constitución de casos requiere la suspensión de los conceptos, hipótesis genéricas, y relaciones teóricas instaladas. Dice Pignatari (2004: 59): «Esa idea del ícono como casi objeto y que puede, inclusive, en su manifestación más genuina, ser una representación analógica que crea o suscita el objeto representado en una fórmula algebraica, un diagrama de Venn.» En esta suspensión, (de lo tercero y de lo segundo), es fundamental que el investigador reúna indicios e inferencias, y relaciones entre inferencias. Se suspende, por lo tanto, también el objeto. Éste solamente existe, realmente, a través de los indicios. Este trabajo artesanal del investigador sitúa la problemática teórico-investigativa en el plano de los íconos, de las imágenes, de los diagramas, de las metáforas, y de los hipo-íconos ampliados (Pignatari, 2004). En este sentido, una teoría nueva o casi nueva, es propuesta a través de varios diagramas lógicos: «Un diagrama, mismo aunque presente trazos simbólicos, trazos que los aproximan a la naturaleza de los índices, es, ante todo, un ícono de las formas de relaciones en la constitución del objeto, siendo fácil de ver su adecuación en la inferencia necesaria» (Piagnatari, 2004: 59).

 

2.3. Analogía y argumento

 

En esta perspectiva, buscamos en Peirce (1958), proposiciones articuladoras entre analogía e inferencia abductiva. La analogía es generalmente pensada como un tipo de raciocinio, ganando, en su obra, varias tonalidades. Sistematizamos esas proposiciones de forma lógica (sin preocuparnos por el proceso genético y constructivo.) También en Peirce, la analogía es vecina de la semejanza, sin embargo es marcada por ser incompleta con relación al objeto al que se refiere (casi-objeto). Es una relación entre el diagrama (el primero) y el hecho observado, siendo un raciocinio necesario la creación del signo semejante al objeto del discurso a través de esquemas. Aquí la analogía es una operación solidaria con la abducción, siendo esta operación requerida para la inferencia del primero de los signos (el ícono), anterior al índice y al símbolo. El diagrama no es semejante sensualmente al objeto que representa, pero sí análogo, una forma que, sucesivamente, se aproxima al concepto. Por lo tanto, es un preconcepto. La analogía servirá no solo para definir la identidad del ícono, sino también, por diferencia, para definir lo que, en el índice y en el símbolo, opera como transformación.

Este lugar que ocupa la analogía, de relación entre objeto del discurso y del diagrama construido sobre él, va a colocar al raciocinio por analogía como parte de la construcción de hipótesis, en un esfuerzo inclusive de diferenciación entre lo que son las hipótesis y las analogías. En esa diferenciación, identificamos a la analogía como una interfaz entre los tres argumentos, siendo requerida para la realización de la inducción, la deducción y la abducción. En la deducción, observar y experimentar analogías entre el diagrama construido y el objeto ampliado del raciocinio posibilita descubrir nuevas relaciones, invisibles en el diagrama anterior. En la inducción, el raciocinio por analogía permite trabajar metodológicamente con una clase de muestra pequeña, que propicia inferencias sobre una población, las cuales van siendo sucesivamente observadas y con las que se realizan experimentos y que están siendo foco de análisis. Luego volveremos a ese tema cuando hablemos de la construcción de casos de investigación en mediatización. La analogía aparecerá en la construcción de casos (abducción), de inferencias deductivas (análisis de lo empírico) e inductivas (inferencias de relaciones más complejas sobre el objeto investigado.)

Con relación al raciocinio, la analogía permite buscar razones con denominadores comunes, es decir, inferir a partir de características compartidas entre los objetos (entre casos diferenciados), sustentando inferencias de otras características, no evidentes, que son posibles, mismo con una muestra aleatoria y pequeña. En este sentido, la analogía es una forma de raciocinio que permite la ampliación tal cual es sugerida por la hipótesis (y, también en este sentido, se diferencia de la hipótesis) y de la inducción.

 

3. El lugar de la analogía en la construcción del caso de investigación

 

Como ya fue indicado en páginas precedentes, la analogía es la operación que se inserta en la construcción del argumento abductivo, deductivo e inductivo. En el caso aquí sugerido, es una inferencia del método. No se confunde con el caso estudiado como metodología, según los manuales de investigación de ciencias sociales. En este sentido, el caso como inferencia, en la perspectiva del método, es el primer argumento a ser construido en la investigación empírica. Esquemáticamente (Ferreira, 2012), podemos explicarlo así:

Figura 1. El caso en la perspectiva del método en la investigación empírica

 

 

 

Inferencia?

Abducción  

Materiales, indicios

preliminares 

Inferencias puntuales (Pignatari, 2004)

Un indicio que

sugiere a’

Un indicio que

sugiere b’

….

Un indicio que

sugiere n’

…..

Inferencias relacionales:

Inferencias entre

a’, b’,…. n’.

Nombres de los

diagramas construidos.

Caso: relaciones entre inferencias e inferencias conforme a indicios relevantes y materialidades observadas. Íconos e hipo-íconos, diagramas y figuras. Casi conceptos y casi objetos en el contexto de circuitos-ambientes. Actores, instituciones mediatizadas y mediáticas en interacción, situados como productores y/o receptores. Proposiciones sobre las interacciones y la comunicación en esos ambientes.

Deducción  

Caso: relaciones entre inferencias según indicios relevantes y materialidades observadas. Íconos, hipo-íconos, diagramas, figuras. Casi conceptos y casi objetos en el contexto de circuitos-ambientes. Actores, instituciones mediatizadas en interacción, situados como productores y/o receptores.

Análisis de las interacciones en el ámbito de circuitos y ambientes diseñados.

 

 

 

Ampliación de las inferencias, según proposiciones. Identificación de usos, prácticas, tentativas de apropiaciones. Disposiciones discursivas. Disipaciones que se originan en los desfasajes. Nuevas interrogaciones.

Inducción 

Caso: relaciones entre inferencias e inferencias conforme a indicios relevantes y materialidades observadas. Íconos, hipo-íconos, diagramas, figuras. Casi conceptos y casi objetos en el contexto de circuitos-ambientes. Actores, instituciones mediatizadas y mediáticas en interacción, situados como productores y/o receptores.

Ampliación de las inferencias, según las proposiciones. Identificación de usos, prácticas, tentativas de apropiaciones. Disposiciones discursivas. Disipaciones que se originan en los desfasajes. Nuevas preguntas.

 

 

Inferencias conceptuales sobre el caso en relación con la ampliación de inferencias. Lo que el caso aporta de nuevo para la comprensión de la mediatización, conforme al contexto reflexivo y a la investigación en curso.

 

 

 

En cada uno de los tres operadores semánticos (abducción, deducción e inducción) entendidos como inferencias de operaciones relacionadas con los otros dos operadores, cada argumento deja de ser autónomo en relación con otro, para ser lógicamente solidario y dependiente de los otros dos. La inferencia de los tres niveles (abducción, deducción e inducción) es producida como una operación realizada a partir de otras dos proposiciones-inferencias, que aparecen, en el argumento, como premisas. O, como explica Nino, los argumentos son conclusiones de otros dos argumentos, transformados por la definición de lo que es deducción, inducción y abducción (Nino, 2008).

En este sentido, solamente a través de una abstracción lógica se puede aislar a los argumentos en sus formas simples, relativas a los momentos deductivos, inductivos y abductivos, por lo tanto, en nuestros procesos cognitivos y epistemológicos del espacio académico, los tres argumentos están en procesos de complejas interpenetraciones (en las que la matriz arriba descripta es apenas un cuadro simple, primario). Es decir, podemos derivar diversas matrices de esa matriz primaria.

Esa matriz evidencia que la abducción realiza, en el ámbito de los dos movimientos (deducción e inducción), un lugar de referencia: es la mediación sin la cual los dos movimientos tienden a ser vistos como autónomos, independientes entre sí, resultando en inferencias que pueden ser criticadas como de corte empírico o de naturaleza deductivista, según el argumento que esté en juego. Eso está claro en este cuadro, en el que modificamos el esquema antes presentado, evidenciando la transformación del caso en un resultado de un procedimiento metodológico:

Figura 2. El caso en la perspectiva metodológica

 

 

 

Inferencia?

Deducción  

Relaciones en estudio. Hipótesis Coexistentes.

Caso entendido como procedimiento metodológico: definición del corpus, y recolección de datos traducido en indicadores/indicios puntuales según las hipótesis.

Evidencias. Pruebas. Indicios/indicadores de verificación de hipótesis.  

Inducción 

Materiales. Indicios.  

Caso: entendido como procedimiento metodológico. Búsqueda de relaciones, correlaciones, probabilidades, lógicas.

Inferencias puntuales y relaciones entre inferencias. 

En la matriz de construcción del caso que sugerimos, por el contrario, indicamos claramente que hay una necesidad de interponer, en el argumento inductivo, el caso como el primero, o sea, la inferencia de la abducción. Esa interposición necesita, para ser ampliada, a la analogía, es decir, necesita la búsqueda de semejanza entre hechos diversos, que están próximos por las interacciones entre ellos, y no solamente, por la similitud presupuesta en las categorizaciones/correlaciones entre eventos.

La deducción sin la mediación del caso (abducción) es una solución que criticamos. Esa es la idea clásica del deductivismo, muchas veces criticado como tautología. Los resultados están al servicio de la validez, y por hipótesis, de los conceptos. Las categorías con correlatividad pasan a ser la mediación para esa inferencia (típica de cuando se busca una comprobación de validez de paradigmas.) También en el caso de la deducción, la ausencia o presencia de la mediación del caso, un objeto dinámico que se amplía por las analogías, es central: esa reconstrucción analógica, en curso en la investigación del caso, es central en la superación de la tautología y debe ser predominante para romper con el movimiento deductivista que direcciona el análisis en coherencia con los presupuestos y conceptos interpretativos movilizados.

Esos casos vienen diseñando una topología de la circulación, como eje de relaciones entre producción y recepción en circuitos y ambientes complejos, que remiten a investigaciones sobre analogías en diversos niveles, respondiendo a las preguntas siguientes, que pueden estar —o no— articuladas entre sí. Algunos interrogantes transversales frecuentes que indican una condensación de investigaciones en curso son: ¿Cuáles son los actores, las instituciones mediáticas y las instituciones mediatizadas en interacción? ¿Cuáles son los usos, las prácticas y las tentativas de apropiaciones de medios inscriptos en esas interacciones? ¿Qué diferencias son inferidas entre las disposiciones discursivas situadas en esas diversas posiciones en los medios, instituciones y actores? ¿Cuáles son las opciones para construir, en las interacciones, esas diversas posiciones discursivas, considerándolas un acontecimiento mediático específico? ¿Cómo tales opciones constituyen —o no—, determinados espacios-ambientes discursivos por donde circulan los interlocutores?

Ese espacio abierto epistemológicamente es convergente con los procesos de teorización sobre los procesos mediáticos. La mediatización no es una perspectiva consolidada teóricamente. Es un espacio de hipótesis, en diversas perspectivas, que se consolida en una línea de investigación, a partir del estudio de diversos casos.

 

Referencias bibliográficas

 

1 Traducción a cargo de Soledad Ayala, doctora en comunicación social e investigadora del Instituto de Estudios Sociales sobre Ciencia y Tecnología (IESCT) de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), y del Centro de Investigación en Mediatización (CIM) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Datos de contacto: soledad.ayala@gmail.com
2 Agradezco a la investigadora Katrine Tokarski Boaventura, por sus contribuciones presentadas en relación al texto original titulado «Analogías: operaciones para la construcción de casos sobre mediatización y circulación como objetos de estudio», presentado en el Compós 2015, GT Epistemología de la Comunicación. Agradezco también a los evaluadores de la revista «Galáxia», que contribuyeron a las rectificaciones realizadas en este artículo.
3 Los estudios posteriores de Verón se focalizan en el concepto de contrato de lectura creado luego de los debates sobre los primeros estudios de circulación, según relata: «una primera presentación del concepto del contrato de lectura, fue una reacción en estos términos: «¿El estudio de los efectos es o no parte del campo de la semiología? No nos sorprenderemos si mi respuesta es resueltamente positiva. Si la duda era posible en el marco de la primera semiología, ya no lo es más para la semiología de tercera generación. Para esta última (…) el verdadero objeto no es el mensaje mismo (…) sino la producción-reconocimiento del sentido, sentido cuyo mensaje es sólo el punto de pasaje.» Se trataba, claramente, de no «dejar la cuestión de los efectos a los otros (psicólogos, sociólogos, psicoanalistas, etc.)» (Verón, 2007: 9).
4 Antes de la existencia de los foros online, existían listas de discusiones. A eso nos referimos aquí.
5 De acuerdo con Bardin, la «clasificación de elementos constitutivos de un conjunto, por diferenciación y, seguidamente, por reagrupamiento según el género (analogía), con los criterios previamente definidos. Las categorías son rúbricas o clases, las cuales reúnen un grupo de elementos… sobre un título genérico, agrupamiento efectuado en razón de los caracteres comunes de estos elementos» (Bardin, 2010: 117).
6 Debe destacarse que la palabra «primerización» no existe en español. Sin embargo, se consultó con el autor del presente artículo y se decidió usarla, ya que presenta una similitud con la idea de «primeirização», usada en portugués y, además, con las ideas de Peirce que se analizan.

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