Narrativas digitales contra la desinformación.

Verificación de datos y alfabetización en la sociedad de la información (2023)

 

 

Título del Capítulo: «El periodista educomunicador en la era de los desórdenes informativos»

Autoría: Francisco Marcos Martín-Martín; Bella Palomo

Cómo citar este Capítulo: Martín-Martín, F.M.; Palomo, B. (2023): «El periodista educomunicador en la era de los desórdenes informativos». En Míguez-González, M.I.; Dafonte-Gómez, A. (coords.), Narrativas digitales contra la desinformación. Verificación de datos y alfabetización en la sociedad de la información. Salamanca: Comunicación Social Ediciones y Publicaciones.

ISBN: 978-84-17600-85-3

d.o.i.: https://doi.org/10.52495/c14.emcs.19.p105

 

 

 

 

14. El periodista educomunicador en la era de los desórdenes informativos

 

Francisco Marcos Martín-Martín

 

Universidad de Málaga

 

Bella Palomo

 

Universidad de Málaga

 

Introducción

 

El primer cuarto del siglo XXI pasará a la historia por acoger el desarrollo de una revolución comunicacional global, y por el contraste de las percepciones intergeneracionales manifestadas ante dichos cambios. Una época inicialmente prometedora por la diversificación de canales y la democratización de la producción de contenidos, ha derivado en un espacio complejo de gestionar y nuevas brechas digitales que afectan diariamente a la población. Como consecuencia, el consumo informativo ha dejado de ser cómodo y se ha transformado en un desafío social constante, provocando unos niveles de desorientación y desconfianza sin precedentes. Como prueba de ello, en 2022 nueve de cada diez estadounidenses utilizaron al menos un método para verificar la rigurosidad de los contenidos que difundían redes sociales, informativos televisivos y artículos periodísticos (Vigderman, 2023). Estos nuevos hábitos agotadores confirman que en tres décadas la sociedad de la información ha mutado hasta convertirse en la sociedad de la infoxicación, donde la economía de la atención convive con un flujo de contenidos ilimitado y las estafas digitales afectan a todos los sectores (Mercol, 2022).

Vivir en permanente alerta, rodeados de incertidumbres y desorden informativo, posee graves consecuencias para las sociedades democráticas. Cuando la población percibe que un gobierno o los partidos políticos son la principal fuente de información falsa (Newman et al., 2021) y cuando se renuncia voluntariamente al acceso a los medios de comunicación —tradicionalmente garantes de la verdad y de ejercer contrapoder—, se quiebra la confianza en los referentes institucionales, pero también genera apatía cívica, desestabilización, caos, reduce el pluralismo y fortalece la polarización (Waisbord, 2018).

Aprender a convivir a corto plazo con la desinformación es el primer paso para limitar su propagación. En el camino de la resiliencia, las respuestas aisladas poseen un corto recorrido y requieren de una coordinación paralela de los actores implicados, así como la implantación de políticas públicas que garanticen la estabilidad del sistema, además de la implicación directa de las empresas tecnológicas, a las que se suelen considerar responsables del caos informacional existente (Palomo; Sánchez; Sedano, 2023).

 

1. Frente al desorden informativo, educación mediática

 

Los periodistas también se han visto obligados a mudar su piel, a adaptarse al sistema comunicativo más complejo de la historia de forma autodidacta (Herrero; Pérez; Varona, 2022) y buscar soluciones que justifiquen la necesidad de su supervivencia. Una de las tendencias de mayor consenso se relaciona con el ámbito formativo. En esta línea, muchos periodistas se han integrado en iniciativas de fact-checking, y éstas han incrementado la visibilidad de estos organismos y localizado una fuente de financiación complementaria asumiendo tareas de alfabetización mediática (Masip; Palomo, 2020) con objeto de equipar a las audiencias con las habilidades necesarias para verificar contenidos que atienden a diversos niveles de manipulación intencionada, y así adoptar las decisiones adecuadas, por ejemplo, en épocas electorales.

Los fact-checkers se postulan como elementos correctivos del sistema al estimular el ejercicio de la duda. Para amplificar los resultados, en ocasiones, se imparte la formación a profesores, que se convierten en difusores del conocimiento entre sus estudiantes. Favorecer la multiplicación de ciudadanos prosumidores, perfiles activos que consumen, participan y evalúan al medio, resulta necesario porque ningún verificador puede controlar ni bloquear toda la desinformación existente. En España, Newtral y Maldita han fundado unidades específicas educativas para impartir charlas, talleres, se han asociado a proyectos de investigación e incluso participan en la oferta nacional de posgrado.

A la alfabetización mediática también se han sumado corporaciones de medios públicos (como Verifica RTVE) y privados. Uno de estos ejemplos más destacados lo representa la Fundación Atresmedia, que se propone, con este cambio de ámbito de actuación ayudar a los ciudadanos «a desenvolverse en este contexto mediático, enseñándolos y ayudándolos a pensar de una manera más crítica sobre lo que encuentren, vean y lean en los medios, aportando estrategias y recursos para su educación mediática» (CNMC, 2022: 13-14).

Estudios previos confirman que este tipo de iniciativas formativas fortalecen el prestigio de la organización y la confianza de los usuarios, y que representan una inspiración para los medios convencionales (Çömlekçi, 2022). El ciudadano incrementa su protección incluso ante las deepfakes (Hwang; Ryu; Jeong, 2021).

A pesar de que el periodista verificador esté realizando funciones educomunicativas, no se trata de un perfil especializado en la materia. No se debe subestimar la complejidad de los proyectos y las intervenciones de alfabetización mediática (Buckingham, 2019). En las siguientes páginas se profundiza en la figura del periodista educomunicador, un perfil híbrido y socialmente comprometido, ya que además de informar profesionalmente también asume la responsabilidad de educar y fomentar el pensamiento crítico en la ciudadanía.

 

2. El periodista educador mediático

 

Divina Frau-Meigs (2019) asevera que en situaciones de crisis se recurre a la alfabetización mediática. Ciertamente, el desorden informativo ha provocado que la educomunicación se sitúe en el centro de operaciones frente a este fenómeno y, de manera adyacente, también ha visibilizado y revalorizado la figura del educador mediático.

El educador mediático ha sido asociado, tradicionalmente, a contextos educativos. En coherencia con esta extendida percepción, las primeras aproximaciones teóricas proceden del área de la Educación. Para Mario Kaplún (1998) el educomunicador es aquel profesional que une la educación con la comunicación utilizando las nuevas tecnologías como herramientas, basándose en estas nuevas formas de comunicación para llevar a cabo un modelo de pedagogía dialógica. En el educomunicador converge el educador y el comunicador de manera complementaria e indisoluble, pues es imposible una educación sin comunicación, y la comunicación deja de cobrar sentido sin los principios básicos del proceso educativo. Rodríguez y Melgarejo (2012) amplían la visión de Kaplún al considerar a este perfil especializado como un agente de alfabetización mediática en la sociedad, desarrollando su labor en diferentes contextos. Esta última definición se aproxima acertadamente al oficio del educador mediático, que desempeña su labor con un enfoque multidisciplinar y en contextos socioeducativos múltiples.

El periodista educador se desenvuelve en un ecosistema comunicativo cambiante y hostil. Este profesional afronta las dificultades del proceso de adaptación a contextos educativos formales y no formales, donde concurren personas de diversos perfiles, muchos de ellos vulnerables al fenómeno desinformativo. Para afrontar este escenario con solvencia el periodista debe adquirir conocimientos disciplinares y competencias profesionales propias de la comunicación y la educación.

Además, la formación resulta fundamental para mejorar la empleabilidad, sobre todo en un sector como el periodístico acuciado por el desempleo y unas condiciones laborales muy mejorables, según los resultados del Informe de la profesión periodística 2021 (APM, 2022). Sin embargo, ni la empresa periodística ha asumido la responsabilidad formativa para consolidar a este perfil profesional ni todos los estudios de grado en periodismo imparten materias de alfabetización mediática (cfr. Sádaba; Núñez; Pérez, 2022).

En España, el periodista que quiera especializarse y acreditarse como educacomunicador encuentra oportunidades en los estudios de posgrado. Destacamos el Máster de Comunicación y Educación Audiovisual que imparte la Universidad de Huelva y la UNIA. Estos estudios tienen el aval de 13 años de experiencia académica y el sello reconocido del Grupo Comunicar, aunque su propuesta es meramente académica. También resulta destacable el Máster en Comunicación y Educación, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Este máster enfatiza la formación orientada a la comunicación y la gestión de proyectos de alfabetización mediática. También cuenta con el prestigio de los miembros del Gabinete de Comunicación y Educación de la UAB.

En el ámbito de la formación no reglada, la Asociación de la Prensa de Málaga en colaboración con los miembros del proyecto de investigación nacional «El impacto de la desinformación en el periodismo: contenidos, rutinas profesionales y audiencias» (PID2019-108956RB-100) organizan anualmente el curso «¡Reinvéntate! Educación mediática contra el desorden informativo». Esta formación tiene como objetivo proporcionar conocimientos sobre alfabetización mediática para impulsar, entre los periodistas, la figura del educador mediático. Esta iniciativa ha permitido a los periodistas trabajar como educomunicadores en el taller «Desenreda», una intervención educomunicativa que proporciona herramientas al alumnado de los centros de Educación Secundaria de Andalucía para luchar contra el desorden informativo.

La formación tiene que estar secundada por una oferta laboral plena y satisfactoria, sin embargo, en el siguiente apartado comprobaremos que la respuesta del mercado todavía queda muy alejada de las expectativas laborales del periodista educador mediático.

 

3. Emprendimiento periodístico educomunicativo

 

La presencia del periodista educomunicador en las empresas informativas de nuestro entorno es inexistente o, a lo sumo, incipiente. Sin embargo, en los países nórdicos, la existencia de periodistas educomunicadores en los medios está cada vez más consolidada. Los medios finlandeses son el paradigma y el modelo a seguir. Estos periodistas, además de trabajar con la información de carácter educativa, establecen relaciones con los centros de formación para facilitar el acceso del alumnado a las rutinas periodísticas. Al estudiantado, ocasionalmente, también se le brinda la oportunidad de elaborar noticias y reportajes. Con este tipo de iniciativas de proximidad se proporciona educación mediática y se fortalece la relación entre la ciudadanía y los medios de comunicación. Desde la perspectiva docente, el periodista educador realiza intervenciones en las aulas para mostrar cómo funciona el mundo de los medios de comunicación.

En el contexto educomunicativo finlandés también ha surgido la figura del pedagogo mediático. Este profesional ha encontrado una oportunidad laboral en las casi 100 organizaciones de alfabetización mediática distribuidas por todo el país. Principalmente la labor de este periodista consiste en facilitar la implementación de la alfabetización mediática en el currículo educativo y en elaborar recursos didácticos para que el profesorado los utilice en la enseñanza. La pujanza del educador mediático en Finlandia es el resultado de una apuesta firme del gobierno finlandés por la alfabetización mediática. Desde 2014 este país nórdico incorporó la educación en medios en el plan de estudios, «está presente en el programa educativo desde la guardería, y continúa una vez finalizada la escuela», sin descuidar a los adultos (Cord, 2022). 

En España, sin embargo, la alfabetización mediática encuentra resistencia en la Administración para que quede reflejada como un criterio de obligado cumplimiento en los planes educativos. De esta forma, los educadores mediáticos no tienen el reconocimiento profesional y las oportunidades que sí encuentran en otras latitudes. Es por ello que los proyectos periodísticos de educación mediática en España surgen del emprendimiento. A continuación, vamos a reseñar algunas de las iniciativas más destacadas.

Además de los emprendimientos periodísticos citados anteriormente, han surgido entidades especializadas en el diseño y la gestión de planes de formación para entidades educativas (colegios, institutos...) y familias que ofertan cursos de educación mediática. Estas empresas han detectado, por un parte, el auge de la alfabetización mediática y la demanda de los centros escolares. Por otra parte, estas organizaciones se están beneficiando de las ayudas financieras asociadas a programas estatales o regionales. Por ejemplo, a través del «Programa PROA+ Transfórmate» empresas como AICOR, Art Diversia, Eloquenze o Factor recurren a periodistas o comunicadores para impartir talleres de radio y comunicación o de periodismo, de pódcasts, revistas o periódicos digitales escolares o programas de televisión. Estas entidades no son emprendimientos nativos periodísticos, pero contribuyen a dar voz y visibilidad a la comunidad educativa y proporcionan recursos para una ciudadanía vulnerable ante la problemática generada por el fenómeno desinformativo. Conclusiones

En materia de formación, existen evidencias acerca del incremento de las habilidades para entender, evaluar y analizar los mensajes procedentes de los medios en aquellas personas que participan en intervenciones de educación mediática e informacional. No obstante, la alfabetización mediática no soluciona un problema ya existente, en todo caso se trata de una línea de actuación en el marco de un enfoque holístico y multinivel.

Dentro de este enfoque integral e interdisciplinar, a la escuela y los medios de comunicación se les presume un papel principal. Ambas instituciones presentan numerosas fortalezas. Las escuelas son los únicos espacios donde los niños y los adolescentes acuden ex profeso para ser formados durante un periodo prolongado y secuenciado en el tiempo. Asimismo, la alfabetización mediática aporta al currículo escolar un contenido novedoso y necesario que vendría a refrescarlo y dotarlo de realidad. Por otra parte, los medios de comunicación aportan a la escuela y a la educación mediática la experiencia y el conocimiento especializado. Al mismo tiempo, la educación mediática aporta a la profesión periodística un nicho de empleo estimulante, y una oportunidad para que los medios recuperen la confianza de la ciudadanía, que ha perdido debido a los desórdenes desinformativos.

No obstante, como se ha podido comprobar en este capítulo, los proyectos de educación mediática impulsados por periodistas y, por ende, la figura del educomunicador, se encuentran en fase embrionaria. La consolidación y el reconocimiento del periodista educomunicador se producirá con la inclusión transversal y obligatoria de la alfabetización mediática en los planes educativos. De esta forma, los docentes tendrán que incluir en el temario e integrar en el proceso de enseñanza a los medios de comunicación. En este punto, el periodista se erige como la figura idónea para realizar las intervenciones educomunicativas y/o para formar a los docentes en medios de comunicación. De momento, se observa un pequeño avance en el escenario español, ya que el Gobierno ha aprobado la modificación del Real Decreto 187/2023 de 21 de marzo por el que se modifica el Real Decreto 860/2010, de 2 de julio, que permite a los periodistas con título habilitante impartir docencia de Lengua y Literatura en las enseñanzas de Educación Secundaria Obligatoria o de Bachillerato. Un primer paso para la implantación de la alfabetización mediática en el currículum formativo.

Los medios de comunicación, por otra parte, tienen en sus homónimos nórdicos buenos referentes para concienciarse sobre la idoneidad de incorporar a sus plantillas la figura del educador y el pedagogo mediático, que aporta valor profesional y social. Sin duda se trata de un pensamiento romántico, pero son necesarias propuestas oníricas para frenar la sangría que afecta a la credibilidad de la profesión y de la empresa periodística.

Para los estudios en Periodismo, la escasa atención que se ha prestado al binomio periodista-educomunicador supone una extraordinaria oportunidad investigadora. A partir de este primer acercamiento al objeto de estudio, se esperan análisis exploratorios, con enfoque mixto, diseñados para caracterizar los emprendimientos de periodistas en el ámbito de la educación mediática: objetivos, perfiles, recursos humanos, materiales, propuesta de contenidos, entre otras cuestiones. También tienen pertinencia investigaciones sobre las huellas que han dejado las intervenciones educomunicativas en el alumnado, el profesorado y las familias beneficiarias de las formaciones. Todo queda por hacer en este fértil campo de estudio.

 

Agradecimientos

 

Este capítulo es resultado del proyecto nacional nacional «Impacto de la Desinformación en el Periodismo: Contenidos, Rutinas Profesionales y Audiencias» (PID2019-108956RB-I00) y se publica como colaboración con el proyecto «Narrativas digitales contra la desinformación. Estudio de redes, temas y formatos en los fact-checkers iberoamericanos», financiado por la Agencia Estatal de Investigación, de España (Ref. PID2019-108035RB-I00/AEI/ 10.13039/501100011033).

 

Referencias

 

 

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Comisión Nacional de los Mercados y las Competencias (2022): Informe sobre las medidas de alfabetización mediática adoptadas por los prestadores audiovisuales de ámbito estatal, Madrid: CNMC.
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