Título del Capítulo: «Conclusiones»
Autoría: Carmen Caffarel Serra
Cómo citar este Capítulo: Caffarel Serra, C. (2018): «Conclusiones». En Piñuel, J.L. (dir.); Caffarel, C; Gaitán, J.A.; Lozano, C.; (eds.), Investigación, Comunicación y Universidad. Research, Communication and University. Proyectos I+D y Tesis doctorales, Debates y Encuestas a investigadores en las Facultades con Grados en Comunicación. Salamanca: Comunicación Social Ediciones y Publicaciones.
ISBN:978-84-17600-12-9
d.o.i.: https://doi.org/10.52495/c5.emcs.18.mic7
5. Conclusiones
Carmen Caffarel Serra1
Decíamos al inicio de este texto que el prestigio de las Universidades se mide en los rankings internacionales a partir de la docencia, la investigación e innovación y el desarrollo tecnológico que son los ítems habituales para la medición de su prestigio. Nos preguntábamos entonces si estos parámetros eran suficientes o podían implementarse con otros criterios igualmente válidos como eran, en primer lugar, abordar directamente la productividad investigadora analizando y evaluando los proyectos de mayor rango en la actividad Universitaria, a saber, las Tesis Doctorales, porque suponen el inicio en la actividad investigadora de quienes van a dedicarse a la vida universitaria, y los Proyectos I+D+i concedidos en convocatorias estatales. En segundo lugar, recabando la opinión de los investigadores, a través de discursos expresados en su calidad de participantes activos de la comunidad científica, y otra a través de encuesta en calidad de integrantes individualmente censados como investigadores en las universidades y sociedades científicas. Con estas premisas nos planteamos solicitar, a la convocatoria estatal de Proyectos I+D del Ministerio, un proyecto coordinado de excelencia cuya finalidad era realizar un estudio sobre «El sistema de investigación en España sobre prácticas sociales de Comunicación. Mapa de Proyectos, Grupos, Líneas, Objetos de estudio y Métodos». El proyecto, cuyo acrónimo es MapCom, fue aprobado (ref. CSO2013-47933-C4) y ahora, después de cinco años de trabajo, hemos ofrecido a la comunidad universitaria y a quienes tienen en sus manos la potestad de diseñar las políticas públicas de investigación, los resultados del trabajo realizado, contenidos en Bases de Datos de Acceso libre que pueden consultarse en www.mapcom.es y en una cartografía interactiva sobre las tres fases complementarias que se abordaron en el proyecto MapCom, explicadas en la introducción de este libro, y disponibles en https://mapcom.es/mapas/. Así, y a diferencia de las gráficas estáticas que se pueden obtener con diversas herramientas de software, las visualizaciones interactivas de datos permiten al usuario dirigir la exploración de la información de acuerdo a sus intereses y encontrar respuesta a varias preguntas de manera simultánea.
Del análisis de los datos, que hemos ofrecido a lo largo de los capítulos precedentes, cabe extraer algunas consideraciones generales que suponen un diagnóstico de la investigación en Comunicación en España y que nos permitirán hacer prospectiva de futuro.
En las Comunidades de Madrid y Cataluña se concentran más de la mitad (53,4%) de las tesis doctorales y proyectos de investigación analizados. Especialmente es la comunidad madrileña, con un 35,6% del total, la que ocupa la primera posición, ya que tan sólo la Universidad Complutense de Madrid aporta siete de cada diez documentos que se generan en esa Comunidad; y Cataluña ocupa la segunda posición con un 17% del total de los documentos, de los que un 41% se generan en la Universidad Autónoma de Barcelona. La desproporción es tanta que tan solo la UCM cuenta con más proyectos de investigación competitiva (21) que lo que aportan el resto de las comunidades autónomas por separado (excepto Cataluña con 43); y la Universidad Autónoma de Barcelona tiene más Proyectos I+D+i (15) que el resto de Comunidades excepto Madrid (40) y Valencia (también 15). A cualquier lector avezado estos datos no le sorprenden ya que, aunque se ha analizado el periodo temporal de 2007 a 2013, sabe que, en los estudios reglados de comunicación, las Facultades de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad Autónoma de Barcelona fueron las primeras que se crearon en 1971 (en el mismo año se creo también la Facultad de la Universidad de Navarra de titularidad privada). No obstante, si desagregamos los documentos entre Tesis Doctorales y Proyectos I+D+i, y nos quedamos con estos últimos, observamos cómo a la Comunidad de Madrid y de Cataluña, que es la que tiene mayor número de Universidades en las que se imparten grados o posgrados de comunicación (9), le aportan una proporción importante de documentos dos Facultades de Comunicación mucho más jóvenes, la Pompeu Fabra de Barcelona, creada en 1990 y la Rey Juan Carlos de Madrid en 2000. En concreto, del número total (143) de proyectos competitivos a nivel nacional concedidos entre 2007 y 2013, estas dos jóvenes universidades aportan el mismo número de proyectos, 12, situándolas en el tercer lugar, tras la UCM que tiene 21 y la UAB, con 15. El quinto lugar en el número de proyectos de investigación lo ocupa la Universidad de Navarra, la única de titularidad privada que aparece en el ranking y que aporta un total de 9 proyectos competitivos. Si tenemos en cuenta las tesis doctorales defendidas en este mismo periodo temporal, el listado de Universidades cambia; es cierto que la Universidad Complutense con 265 tesis y la Universidad Autónoma de Barcelona con 67 tesis, siguen en primera posición, pero les siguen otras Universidades como la Universidad de Málaga con 57 tesis, la Universidad del País Vasco con 50 y finalmente, en quinta posición, el cuadro de honor lo cierra la Universidad Carlos III con 40 tesis doctorales defendidas, todas ellas de titularidad pública. También resulta reseñable la singular concentración de investigadores por Autonomía en una sola de sus universidades, como ocurre en la UPV/EHU respecto al País Vasco, y especialmente en la UCM, respecto a la Comunidad de Madrid.
La Universidad pública, frente a la Universidad de titularidad privada, es hegemónica en el número de tesis doctorales defendidas y de proyectos de investigación concedidos. No obstante, hay que señalar el caso concreto de la Universidad de Navarra que acabamos de mencionar y que también aporta el 9,7% del total de Tesis doctorales defendidas en el conjunto las Universidades analizadas. No hemos podido obtener datos del porcentaje de proyectos solicitados, tanto en Universidades públicas como privadas, y el porcentaje de proyectos concedidos, variable que sin duda habría ofrecido datos interesantes.
Cuando los investigadores plantean los objetivos que persiguen con su trabajo optan muy mayoritariamente por describir, es decir, por registrar, clasificar, catalogar, presentar y/o elaborar datos sobre prácticas de comunicación, frente a explicar, evaluar o intervenir los procesos comunicativos objetos de estudio. Es cierto que para el conocimiento de un fenómeno el paso previo es describirlo, pero sería interesante y demostraría mayor madurez del campo teórico de la comunicación que además se propusieran explicar relaciones entre los datos que hayan sido recabados o elaborados y exponer modelos o esquemas para anticipar la evolución del objeto de estudio; o que se valoraran aquellos datos contrastando o validando modelos teóricos y/o metodológicos para refutarlos o confirmarlos, objetivo de evaluar, o por último que se aspirase a intervenir en prácticas comunicativas en curso, para por ejemplo cambiar conductas, incrementar la creatividad o influir en los procesos sociales. Lógicamente la elección de estos objetivos no es la misma cuando se trata de analizar los objetivos señalados en las tesis doctorales que en los proyectos I+D, ya que describir alcanza a casi una tercera parte tanto de tesis como de proyectos, pero la diferencia va aumentando progresivamente a favor de los proyectos de investigación cuando el objetivo que se proponen es explicar, evaluar o intervenir.
Los investigadores en comunicación eligen de forma mayoritaria los procesos de comunicación convencionales frente a los procesos on line, de igual modo que es abrumadoramente general el estudio de los procesos de comunicación de masas convencional frente a otros procesos como la comunicación interpersonal, organizacional o institucional. Es cierto que en los proyectos de investigación la presencia de procesos on line se incrementa aunque en una muy baja proporción respecto a las tesis doctorales y que se estudian también otros procesos que no son los de los medios convencionales; pero debemos preguntarnos por qué no suscita el mismo interés de los investigadores el análisis de los procesos transmedia en los que estamos inmersos; en un mundo convergente llama también la atención que, entre los temas elegidos, y en especial en las tesis doctorales, sea el análisis de procesos de comunicación concretos (prensa, series, películas..), ya acabados y no en el diseño y curso de producción de tales procesos, lo que permitiría conocer mejor el futuro de la comunicación que su historia.
De las cinco técnicas metodológicas exploradas en el proyecto MapCom: conversaciones (entrevistas, grupos de discusión, dinámica grupal, etc.), encuestas (de opinión y de actitudes), observaciones (sistemática y participante), experimentos (sujeto, grupo, campo) y documentos (análisis de contenido, del discurso y de documentación), esta última técnica, la documental y fundamentalmente el análisis de contenido, es dominante tanto en tesis doctorales como en proyectos de investigación, pues se utiliza en dos de cada tres proyectos y tesis doctorales.
Del conjunto de datos analizados, cabe concluir que los Proyectos I+D y las tesis doctorales analizadas en el periodo 2007 al 2013 en las Universidades españolas que ofrecen grados o posgrados en comunicación, tienen muchas similitudes entre sí, tanto en la configuración de objetos de estudio (Comunicación mediática), como en la definición de sus objetivos preferentes (describir) o en el uso de técnicas preponderantes de investigación (análisis de documentos). Estas similitudes se confirman también si se toma en cuenta las comunidades autónomas, las Universidades y los años estudiados. Un aspecto que no hemos podido comprobar es si, en el caso de la investigación I+D se derivan tesis doctorales de los proyectos de investigación concedidos en el sector de la Comunicación, como sí ocurre en el caso de otras áreas, tales como las de ciencias experimentales o bio-sanitarias por ejemplo, donde se generan varias tesis doctorales de un mismo proyecto; sin duda sería un dato importante a tener en cuenta en investigaciones futuras de esta naturaleza.
Los análisis de la primera fase del trabajo de investigación MapCom nos han servido para conocer cómo se distribuye la investigación en comunicación por Comunidades Autónomas, por Universidades y por años; a la vez nos han proporcionado datos sobre cuáles son los objetivos, objetos de estudio y técnicas dominantes de la investigación, pero no nos ha ofrecido datos suficientes para conocer lo que piensan los investigadores sobre las fortalezas y debilidades que tiene la investigación en comunicación en España. Las preguntas que nos planteábamos sobre si la actividad investigadora universitaria sobre prácticas sociales de Comunicación depende más de los procesos orientados a la legitimación y reconocimiento social de los investigadores que a la aspiración de producir conocimientos contrastables y ponerlos a disposición de la comunidad a través de la transferencia de conocimientos, han sido respondidas a través del análisis de los datos proporcionados por la propia comunidad de investigadores en comunicación en España a través de las aportaciones que los investigadores realizaron en la aplicación del Phillips 66 y de las respuestas proporcionadas a la encuesta realizada en 2017 a todos los investigadores censados en comunicación.
La interpretación con el Atlas.ti de los textos transcritos resultado de la aplicación de la técnica Phillips 66 descrita en el capítulo segundo, ha permitido reunir una importante cantidad de información sobre nuestro objeto de estudio, que es en este caso el discurso genérico de los investigadores sobre la actividad que desarrollan como tales. Pero lo más interesante es que nos ha permitido encontrar un discurso hegemónico sobre los principales problemas que hallamos a la hora de investigar, porque es el que se impone al ser compartido por los grupos más representativos de la clase de los investigadores académicos. Y sobre los principales problemas que hallamos a la hora de investigar, en el discurso hegemónico de los investigadores académicos se imponen las alusiones a la «Falta de recursos», al «efecto ANECA», a la «necesidad de publicar y visibilizar los resultados», a la dificultad de ser a la vez «docentes, investigadores y gestores» y a la lejanía existente entre «la Academia y el mundo profesional». Pero lo más interesante ha sido que, al elaborar un meta discurso genérico, este resulta luego sustentado por un número más que representativo de investigadores en comunicación, convirtiéndose así en un meta discurso hegemónico al crear un imaginario social compartido que termina imponiéndose. Y si los debates continúan, y se alimenta la discusión, será con posterioridad cuando puedan surgir y ser expresados meta-discursos canónicos, que son aquellos que siendo hegemónicos, alcanzan una legitimidad que si es reconocida por la autoridad de nuestro colectivo científico, habrá de ser considerado ejemplo a imitar, modelo paradigmático de actuación. Y esto es lo que deseamos que llegue a suceder a consecuencia del meta-discurso hegemónico que aquí ha sido propuesto tras el análisis de los diagramas gráficos que se han obtenido mediante el Atlas.ti.
En la encuesta que se llevó a cabo en el proyecto MapCom y al fijarnos en las respuestas sobre la experiencia investigadora, llegamos al mismo lugar que hemos descrito en los párrafos precedentes centrados en el análisis de tesis y proyectos I+D: se aprecia que los campos y líneas de investigación se focalizan en la Comunicación mediática, como objeto de estudio, se privilegia como objetivo la descripción y como metodología el análisis de contenido, configurando un perfil de investigación deudor de la historia de los centros universitarios españoles, y atribuible a carencias financieras al necesitar menores costes este tipo de investigación.
De las respuestas obtenidas a la encuesta realizada en 2017 obtenemos el perfil sociodemográfico de los investigadores en comunicación en el que destaca la distribución generacional en relación directa con la antigüedad de las facultades con estudios de grado y posgrado en comunicación, de tal modo que en las universidades más jóvenes se concentran investigadores más jóvenes, en tanto que en las Universidades mas antiguas, sobre todo las tres pioneras en los estudios de comunicación, Complutense de Madrid, la Autónoma de Barcelona o la Universidad de Navarra, se concentran los investigadores seniors, en especial los de edades más provectas, destacándose además la franja de edad inferior a los 40 años que se ha ido reduciendo por la ausencia de nuevas plazas, de modo que se plantea la necesidad de una renovación en las plantillas con contratos más permanentes. El «techo de cristal» que tienen las mujeres investigadoras se hace patente en torno a los 35 años y la brecha de género es evidente en cuanto a las diferencias de rangos académicos en favor de los hombres, revelándose en este aspecto que no hay diferencia en la Universidad respecto al panorama del mercado laboral en España.
Los encuestados han sido reacios para declarar sus ingresos, ya que la mitad de los encuestados la dejaron en blanco, probablemente por considerarlos bajos o poco estables. Del análisis de los datos obtenidos se concluye que hay desigualdad en la remuneración respecto a las Comunidades Autónomas como consecuencia de la transferencia de competencias de la política universitaria; las remuneraciones más bajas (menos de mil euros/mes) se concentran en las universidades de Andalucía, Aragón, Castilla y León, Extremadura, Galicia (la que más), Murcia y Valencia, mientras que los emolumentos más altos se concentran donde la desigualdad contractual es mayor, caso de Extremadura, La Rioja y Cataluña. En cualquier caso, los ingresos de los investigadores españoles de la Comunicación son una muestra de la escasa valoración que recibe, en general, la profesión universitaria docente e investigadora, y que explica que cada vez haya un menor número de jóvenes que quieran dedicarse a la investigación en la Universidad, optando por el sector privado o por la emigración a otros países donde las remuneraciones están a la altura de su reconocimiento.
Este último aspecto se explica además porque el trabajo universitario exige una dedicación docente que compite en detrimento de la actividad investigadora, dado que el tiempo de docencia en aula se exige y contabiliza para satisfacer los compromisos de dedicación académica, pero el tiempo dedicado a la ejecución de la actividad investigadora no compite en igualdad de condiciones, ya que no se tiene en cuenta su duración sino fundamentalmente la entidad que aprueba los proyectos y los resultados transferidos en publicaciones científicas; además, el cumplimiento de la dedicación docente no se evalúa en términos económicos, en cambio el resultado de la investigación sí tiene consecuencias económicas toda vez que su resultado y transferencia se mide a través de la obtención de sexenios. Esta denuncia de la falta de tiempo para la actividad investigadora explica, junto a otros parámetros, el escaso número de sexenios obtenidos por los investigadores en comunicación. Seis de cada diez dejaron en blanco la pregunta o declararon no tener ninguno, otro dos declararon tener un sexenio, por tanto tan solo el dos por ciento de los investigadores en comunicación han obtenido dos o más sexenios. Debemos reflexionar sobre el desajuste que supone este bajo número de sexenios, que a su vez resultan indispensables para la docencia en posgrado, la dirección de tesis, la descarga docente, etc. Este desajuste deberá ser corregido sin duda para que la dedicación docente no se convierta en un lastre para la actividad investigadora.
Las respuestas obtenidas tanto en la segunda como en la tercera fase de la investigación nos han permitido conocer las debilidades y las fortalezas que asignamos a la investigación en comunicación en las universidades españolas. Siendo las primeras, las debilidades, las que superan con creces a las fortalezas en la valoración que los encuestados hicieron respecto a las tres condiciones, materiales, organizacionales e institucionales en las que se sustenta la actividad investigadora. La falta de recursos para la investigación es la mayor dificultad con la que nos encontramos, no olvidemos que tan sólo cuatro de cada diez proyectos que se financiaron en España entre 2007 y 2013 correspondieron a las áreas de Ciencias Sociales y Humanas, y del total de proyectos incluidos en estas áreas, los de comunicación suponen tan sólo uno de cada cien. Esta cifra se vuelve insoportable si tenemos en cuenta que en 2017, por ejemplo, el gobierno dejo sin gastar el 70% del presupuesto en I+D, y cifras similares no se han comprometido en gasto para la investigación en los últimos seis años. A la falta de recursos se suman las valoraciones extremadamente negativas al juzgar la compatibilidad entre investigación y docencia como señalábamos antes y al juzgar a las Agencias de evaluación ANECA, ANEP y CNEAI, que fomentan que investiguemos fundamentalmente para obtener el reconocimiento y no para obtener el conocimiento. Pocas son las fortalezas señaladas en la investigación en comunicación; sobresalen las instalaciones y laboratorios (condiciones materiales), las sociedades científicas y redes de investigación, a las que cada vez pertenecemos más, junto a los recursos humanos en el caso de las condiciones organizacionales y, por último, la calidad de los congresos y la relación Universidad-Empresa. No obstante, estas fortalezas quedan empañadas por las debilidades antes señaladas y a las que una buena política pública que fomente la investigación serían fácilmente subsanables.
Los resultados del proyecto coordinado de excelencia «El sistema de investigación en España sobre prácticas sociales de Comunicación. Mapa de Proyectos, Grupos, Líneas, Objetos de estudio y Métodos» (MapCom), nos ha ofrecido y seguirá ofreciendo, gracias a su publicación en bases de datos abiertas y en mapas interactivos sobre la producción científica en comunicación, muchos datos que coadyuvan, sin duda, a la reflexión sobre las debilidades y las fortalezas de la investigación en comunicación en España, sobre los obstáculos que encontramos en nuestro trabajo de investigación y permiten trazar caminos para la definición de políticas públicas de investigación en comunicación tanto a nivel nacional como autonómico. El proyecto ha dado lugar a publicaciones en revistas indexadas, a libros de reflexión teórica y metodológica sobre el estado de la investigación en comunicación en los últimos años, a congresos y no sólo del equipo de investigadores que conformamos este proyecto sino de otros colegas que accedieron a las bases de datos y los explotaron con otros objetivos, pero no queremos detener nuestro trabajo aquí; creemos firmemente en la necesidad de continuación de este proyecto al que sin duda hay que añadir otros elementos en los que se manifiesta el resultado de la investigación en comunicación, tales como artículos publicados en revistas, textos de reflexión científica, ponencias presentadas en congresos de referencia y con un ámbito temporal más amplio que posibilite un análisis diacrónico, visible también en los datos contenidos en los mapas interactivos de este proyecto y que permitirán la elaboración de un libro blanco de la investigación en comunicación en España en el siglo XXI.