Obsolescencia informativa programada. Incidencias de lo local a lo global (2025)

 

 

Título del Capítulo: «Las efemérides: un recurso periodístico para la construcción de la actualidad»

Autoría: Carlos Lozano-Ascencio

Cómo citar este Capítulo: Lozano-Ascencio, C. (2025): «Las efemérides: un recurso periodístico para la construcción de la actualidad». En Jurado-Martín, M.; López-Rico, C.M. (eds.y dirs.), Obsolescencia informativa programada. Incidencias de lo local a lo global. Salamanca: Comunicación Social Ediciones y Publicaciones. .
ISBN: 978-84-10176-06-5

d.o.i.: https://doi.org/10.52495/c5.emcs.34.p113

 

 

 

Capítulo 5. Las efemérides: un recurso periodístico para la construcción de la actualidad

 

Carlos Lozano Ascencio

 

 

 

La actualidad, por definición, no tiene fecha de caducidad en tanto se siga considerando actualidad, pero en el momento en que se comunique otro acontecer, seguramente la actualidad se configurará con otros referentes y lo que hoy-ahora es noticia, mañana-después dejará de serlo.

¿Por qué un tema relevante para las agendas mediáticas y públicas cae de los titulares, de las portadas o de los resúmenes noticiosos de manera precipitada dando paso a cualquier otro tema que muy probablemente sea muy diferente? ¿Por qué nadie se extraña de que un asunto que hoy está en boca de todos, mañana puede dejarle el protagonismo a otra cuestión que quizá no tenga la misma relevancia? ¿Nosotros decidimos lo que es la actualidad o nos la imponen?

Actualidad: la habilidad para percibir el acontecer

Los hombres de la prehistoria construían actualidad sin saberlo. Comenzaron con su capacidad sensorial para aprender a percibir del entorno cercano aquellos aspectos que más les llamaban la atención y, sobre todo, comprometían su propia existencia. Mantener la estabilidad para poder vivir y desarrollarse les permitió a los hombres primitivos conocer, antes que otras cosas, todo aquello que les generaba inestabilidad. Por aquel entonces una sencilla incidencia por la supervivencia cotidiana como saber refugiarse de algunas inclemencias climáticas despertaba un gran interés entre los sujetos. Empujados por el miedo, primero, después por la catalogación de los peligros y, más adelante, por el saberse vulnerables a determinadas situaciones, los sujetos supieron perfeccionar la identificación de lo más llamativo (lo que más les concernía) de todo lo que sucedía a su alrededor (Lozano; Piñuel; Gaitán, 2007).

Ahora bien, lo que acontece fluye para todos, pasa y abarca cualquier eventualidad: desde un accidente doméstico al incendiarse una cafetera olvidada en el fuego de la estufa, hasta las embestidas de los huracanes más violentos. No se pueden percibir la totalidad de los acontecimientos del universo, solo un observador absoluto (Dios) podría conocerlos. Pero, si bajamos al ras del suelo y nos situamos en nuestras limitadas y efímeras condiciones de existencia solo podríamos fijarnos en aquellos acontecimientos que comprometen, de alguna manera, nuestra existencia (biológica y social). En consecuencia, nuestra vida solo avanzaría según fuésemos conociendo todo lo que sucede y, en consecuencia, actuaríamos (de manera anticipada o reactiva) frente al acontecer que más nos atañe (Lozano; Piñuel, 2008).

Se entiende que el acontecer es lo que sucede, y si sucede es porque los sujetos saben que sucede, de lo contrario sería probable que no sucediera nada y por lo tanto no existiría ese acontecer. Ahora bien, cómo reconocen lo sujetos que algo está sucediendo o, mejor aún, que algo va a suceder. Se comienza por controlar el espacio (el aquí) y se percibe el paso del tiempo (el ahora), solo así el acontecer puede existir para el sujeto. En caso contrario, es decir, si el sujeto no sabe ubicarse espaciotemporalmente, no podría identificar ni interpretar lo que pasa a su alrededor. En definitiva, el acontecer se consolida por la percepción y el conocimiento de los sujetos, es algo que se construye comunicativamente mediante relatos y se comparte con los que están más implicados.

El acontecer, estrictamente, se conoce a partir de un relato construido por sujetos inmersos en un determinado entorno, que perciben una situación novedosa y comprometida que les puede afectar (previsión) o que directamente les afecta (reacción), es, en definitiva, un discurso (relato) de lo que sucede (curso). Dichos relatos del acontecer son estructuras narrativas que incluyen informaciones acumuladas, compartidas y, en el mejor de los casos, contrastadas a propósito de lo más relevante que sucede (Piñuel; Lozano, 2006; Harari, 2015).

La habilidad de saber percibirse espaciotemporalmente frente al acontecer

Se necesita tener una imagen en la cabeza (representación) del espacio (las cosas que nos rodean) y del tiempo (la duración de las cosas) para que el sujeto sepa ubicarse en «su aquí» (lo cercano, lo propio, lo familiar, lo conocido) y diferenciarlo de «su allá» (lo lejano, lo ajeno, lo extraño, lo desconocido). Ubicarse en su aquí significa saber hacer un recorrido conceptual que se inicie en los gestos próximos y que vaya ampliando su extensión por su cuerpo, la habitación, la casa, la calle, el barrio, la ciudad, el país, el continente, el hemisferio, el planeta, la galaxia, el universo… Mientras más cercanos estén esos espacios, mayor control cognitivo y menor esfuerzo físico para dominarlos y, a la inversa, mientras más lejanos estén los espacios, menor control cognitivo y mayor esfuerzo físico para dominarlos.

El sujeto también debe saber ubicarse en «su ahora» (lo inmediato, lo efímero, lo actual, lo vigente, lo que está sucediendo) y distinguirlo del «antes» (lo caducado, lo pasado, lo acontecido) y del «después» (lo que va a suceder, el futuro, lo previsible). Ubicarse en su ahora significa conocer su presente y hacer un recorrido conceptual que parta de los intervalos más breves, como los segundos, minutos, horas, y que vaya ampliando su duración por los días, semanas, años, décadas, siglos, milenios… Mientras más cortos sean los tiempos imaginados, mayor control cognitivo y menor esfuerzo físico para dominarlos y, a la inversa, mientras más largos sean los tiempos imaginados, menor control cognitivo y mayor esfuerzo físico para dominarlos (Lozano; Piñuel; Gaitán, 2012).

La representación que nos ayuda a percibirnos espaciotemporalmente frente al acontecer es la información y el conocimiento que nos ha permitido saber «cuándo y dónde ocurren las cosas» que están a nuestro alrededor. Así hemos aprendido a distinguir la noche del día y a observar el «cronotopo» de los seres vivos desde que nacen, crecen, se reproducen, mueren y se desintegran. Ese cronotopo inserto en la Naturaleza que hace que los tallos lisos de los árboles reverdezcan, den flores, den frutos y vuelvan a perder las hojas, permite a los sujetos observar y entender el paso del tiempo en determinados espacios.1

La representación del cronotopo, en el fondo, es una convención social, una herramienta que nos permite aceptar el cuándo y dónde suceden las cosas. «Mañana comienza la primavera». «Se prevén tormentas para el fin de semana». «En septiembre se inician las clases». Estas frases ayudan a los sujetos a situarse espaciotemporalmente para saber actuar (anticiparse o reaccionar) frente a la información ofrecida (Lozano; Gaitán, 2009).

Los calendarios: una herramienta para facilitar la imagen del cronotopo social

Los calendarios son un artilugio muy antiguo que le ha servido a la humanidad para entender mejor el paso del tiempo en el espacio. En un principio, el ciclo lunar era el principal motivo de observación de los sujetos, de hecho, muchas civilizaciones antiguas, como la china, basaron sus calendarios en los movimientos de la luna y los relacionaron con la menstruación de las mujeres y las mareas. Los calendarios solares fueron desarrollados por culturas posteriores (Egipto, Mesopotamia) que tenían la necesidad de calcular el flujo anual de los ríos para aprovechar la tierra fértil en sus cultivos. No fueron observaciones astronómicas, propiamente dichas, sino consideraciones agrícolas.

Julio César utilizó su «calendario juliano» (medio siglo antes de nuestra era) para unificar a todo el imperio romano, es decir, para dar una coherencia espaciotemporal que ayudara a todos los habitantes del imperio (fueran romanos o no) a percibir y entender sus acontecimientos con similitudes, implicaciones y empatías. Algo similar, pero en diferente contexto y época histórica, sucedió con el «calendario gregoriano», que instauró por decreto eclesiástico el Papa Gregorio xiii, quien, en 1582, para contrarrestar la influencia ideológica de la Reforma luterana, impuso un calendario con referencias a la religión católica para hacer lo mismo que el emperador romano en otra época: dar una coherencia espaciotemporal que ayudara a todas las personas (sean católicos o no) a percibir y entender sus acontecimientos con similitudes, implicaciones y empatías hacia el catolicismo.

Aunque quedan muy lejos las razones por las cuales el Papa Gregorio xiii impuso esa visión universal para entender el paso del tiempo en el espacio, hoy en día, la medición espaciotemporal imperante, hegemónica y universal se realiza a través del calendario gregoriano, sigue siendo el instrumento convencional, de uso mutuo y práctico para organizar el día a día de todo el planeta.

Es cierto que, aunque se inventaron calendarios y mediciones temporales mucho más rigurosos y exactos desde el punto de vista científico o astronómico (como son los casos del calendario maya basado en varias cuentas del tiempo o el calendario Republicano, que surgió de los avances científicos de la Ilustración y el cambio de mentalidad de la Revolución francesa en 1789), se antoja imposible que la humanidad se vuelva a poner de acuerdo en adoptar otra clase de calendario de uso universal.

Explicarse y comunicar lo que pasa

En la medida en que los sujetos aprendan a percibirse en su aquí y en su ahora podrán informarse y relatar el acontecer. Si no saben ubicarse espaciotemporalmente no pueden comunicar lo que sucede, porque el cronotopo le facilita al sujeto ver su presente, saber cuándo comienza el futuro todavía no acontecido, o el pasado ya sucedido, ya olvidado o digno de ser recordado. En otras palabras, conocer las vicisitudes del paso del tiempo es la mejor forma de sentirse seguro y bien ubicado. El sujeto observador y sabedor de lo que sucede puede ver e interpretar el acontecer. Ahora bien, aunque hay muchas formas de interpretar lo que acontece, el cometido principal de dichas interpretaciones es conseguir la seguridad para combatir la incertidumbre, para disipar el temido desasosiego que siente el sujeto con buena información que explique lo que sucede en el entorno.

Las primeras explicaciones sobre el paso del tiempo en el espacio son argumentos míticos y religiosos que conciben la temporalidad como algo sagrado, eterno y cíclico, es decir, todo lo que ocurre vuelve a suceder o no deja de suceder de manera continuada, se niega la temporalidad y la espacialidad de las cosas y relata los acontecimientos como si estuvieran fuera del tiempo, como si no envejecieran, como si siempre estuvieran vigentes, como si fueran una ficción.

Las cosmogonías son un buen ejemplo de la concepción del tiempo y el espacio sagrados, dado que los sujetos tienen la necesidad de saber sus orígenes para ubicar en el pasado sus recuerdos, hitos y acontecimientos más importantes. Intentan darle identidad (sentido) al grupo social. Reproducen relatos en los que los protagonistas de las cosmogonías son personajes ficticios cuya vida coincide con la de un pueblo o una cultura.

Otra clase de explicaciones sobre el paso del tiempo en el espacio son las que se alejan de las concepciones religiosas y entienden que el tiempo es algo finito, lineal e irreversible. Existe la temporalidad, las cosas se terminan, hay límites entre intervalos y no suceden en cualquier parte. Se trata de una concepción más bien científica (histórica) del paso del tiempo en el espacio en la que se describen acontecimientos ya acabados, irrecuperables, que no tienen retorno. Así, por ejemplo, un relato periodístico sobre el hundimiento del Titánic en abril de 1912, recoge las incidencias de un accidente que sucedió en un lugar y en un momento determinados y que dicho acontecimiento no volverá a ocurrir, ni se volverá a relatar de la misma manera, ni con la misma tecnología que se disponía en aquel momento.

Los relatos del acontecer: herramientas de historiadores y periodistas

El hecho de saber percibir e interpretar lo que sucede les permite a los sujetos interesarse por el pasado. La motivación para indagar en lo ocurrido nace de la utilidad de explicarse el presente. «Saber lo que pasa» es el primer paso para «saber lo que ha pasado». Con la comunicación se reconstruye el acontecer irrecuperable, dependiendo directamente de la interpretación de los sujetos más interesados e implicados en esos hechos. Los primeros relatores oficiales del acontecer fueron los historiadores y los periodistas después. Ambos coinciden al saber percibir, delimitar e interpretar el acontecer. Hoy en día, a pesar de ser dos actividades profesionales muy distintas, comparten su interés por indagar en lo que acontece y en lo ya acontecido.

Los relatos reconstruyen el acontecer acabado, irrecuperable, sin retorno, que ya no está en curso. El acontecer ya no tiene variaciones y, en todo caso, las variaciones derivan de los criterios de interpretación. A los relatores del acontecer les interesa reconstruir lo sucedido atendiendo a un evento en su totalidad o en sus partes o, dicho de otra forma, para reconstruir un acontecimiento en su conjunto les interesa conocer a partir de vestigios que puedan ser relevantes. Saber distinguir un vestigio, como una huella o una pista, supone saber lo que se está buscando, si no se sabe qué se está buscando y no se distinguen los indicios es muy difícil relatar nada.2

La construcción periodística de la actualidad

El periodismo, desde hace 150 años, es la práctica de comunicación social que mejor construye la actualidad, no solo por sus rutinas y objetivos profesionales, sino también porque la mayoría de los lectores, radioyentes, televidentes y usuarios de Internet la suelen buscar y la suelen encontrar en los discursos periodísticos de los medios de comunicación convencionales y digitales. Ahora bien, este modelo hegemónico de construcción de actualidad se ha ido modificando a lo largo del tiempo y el espacio. Se ha caracterizado por su rapidez (instantaneidad), por su prodigalidad (fácil acceso a muchas fuentes de información y a muchas versiones del acontecer) y por su mercantilización (oferta-demanda antes que: verdad-falsedad, honestidad-deshonestidad, etcétera) (Piñuel; Gaitán; Lozano, 2013; Ramonet, 2003).

La construcción periodística de la actualidad ha pasado de mediar (explicar) el acontecer a mostrarlo en directo haciendo creer a los receptores que son testigos oculares y que son capaces de auto informarse de la misma manera que lo haría un periodista. El receptor se percibe dentro del suceso porque forma parte de él. Participa y comenta las noticias como si fuese uno más. En este esquema no hay posibilidad de percibir errores y no hacen falta pedir rectificaciones a los emisores porque el receptor interpreta que él tiene mucha responsabilidad en la interpretación de lo que acontece. Así pues, no es nada descabellado afirmar que la construcción periodística de la actualidad mediática no es una auténtica actualidad porque este sistema de información favorece que los receptores, en primer lugar, crean que comprenden lo que ven por el solo hecho de verlo, cuando en realidad las cosas se interpretan con la razón y, en segundo lugar, que la actualidad se imponga por los discursos mediáticos dominantes que responden a los intereses (económicos e ideológicos) de las empresas o instituciones que sustentan el sistema de información vigente (Lozano, 2009; 2021).

Las efemérides como recurso para incentivar la construcción de la actualidad

Las efemérides en el periodismo cumplen un papel esencial como herramienta para recordar y destacar eventos significativos de la historia, la cultura o la sociedad que ocurrieron en una fecha específica. Se utilizan para conmemorar, reflexionar o educar al público sobre acontecimientos importantes que han tenido lugar en el pasado. Permiten a los medios de comunicación recordar eventos históricos, nacimientos y fallecimientos de personajes importantes, descubrimientos científicos, entre otros. Esto ayuda a crear un sentido de continuidad y perspectiva histórica, invitando a la audiencia a reflexionar sobre el impacto de estos eventos en la actualidad. Ayudan a preservar la memoria colectiva, asegurando que los eventos y figuras que han moldeado nuestra sociedad no sean olvidados. Esto es vital para entender nuestro presente y construir un futuro informado con los datos del pasado.

Se pueden distinguir dos tipos de efemérides: las que se establecen para recordar el mismo día cada año algún tema, colectivo o actividad (día de los enamorados, día de la mujer, día de los océanos, día mundial sin tabaco, etc.), y aquellos aconteceres que cumplen un aniversario anual con cifras redondas: 5, 10, 20, 25, 30, 50, 75, 100, etc.3 Esta última clase de efemérides es la herramienta que puede ayudar a los periodistas a despertar su capacidad de documentación y creatividad y a incentivar una particular construcción de la actualidad a partir de otros criterios temáticos de selección y jerarquización periodísticas.

Así pues, las efemérides se pueden convertir en una herramienta alternativa en la construcción periodística de la actualidad y puede combatir la obsolescencia informativa en tanto que sus discursos no se basan en la instantaneidad del momento y combate la abundancia informativa al ofrecer no lo que está sucediendo ni lo que acaba de suceder, sino más bien el acontecer que sucedió hace mucho tiempo pero que en la fecha de su publicación cumple una onomástica con cifra redonda. Este pretexto sirve para darle a esos acontecimientos una continuidad y perspectiva histórica que les permita a las audiencias darle vigencia e importancia a ese tema.

La construcción periodística de la actualidad a través de las efemérides con cifras redondas es una práctica que se puede encontrar en los medios de comunicación, sobre todo, cuando se trata de un acontecimiento que los editores deciden reconstruir para actualizar su vigencia e importancia. Véase, como ejemplo, las coberturas periodísticas que se hicieron en varios medios de comunicación españoles cuando en marzo de 2024 se cumplieron veinte años de los atentados terroristas en la estación de Atocha en Madrid.4 Esta clase de tratamientos informativos no solo ayuda a la ciudadanía a no olvidar, a replantearse el pasado, a conocer una versión actualizada (madurada, matizada) de lo sucedido, sino que además asiste a los propios periodistas a tener más herramientas para construir los relatos del acontecer con una mirada distante, pertinente y fehaciente que revise lo escrito por otros compañeros y revisite los hechos.

Por las fechas en las que escribimos este texto queremos suponer que se publicará en el año 2025, pues bien, este año que marca con claridad el primer cuarto del siglo xxi podemos encontrar efemérides que quizá le sugieran al lector ideas para complementar los relatos de la actualidad periodística:

Tabla 1.

Año

Acontecer resumido e indizado

Se cumplen

2015

Se legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo en Estados Unidos.

En la COP21 se firma el acuerdo de París, cuyo objetivo era limitar el calentamiento mundial por debajo de 2º, preferiblemente a 1,5º C.

10 años

2005

El huracán Katrina causa devastación en Nueva Orleans con más de 1.800 muertos y unas pérdidas económicas cifradas en 125.000 millones de USD.

20 años

2000

No se manifiestan los fallos catastróficos del efecto 2000 que se habían predicho en las computadoras de todo el mundo para esta fecha.

25 años

1995

Es asesinado el primer ministro israelí Isaac Rabin en Tel Aviv.

30 años

1985

En la Ciudad de México se registra un terremoto de magnitud 8,0 en la escala de Richter. Destroza la ciudad, dejando un total de más de 10.000 muertos.

40 años

1975

Muere el dictador Francisco Franco. Finaliza la dictadura franquista y comienza la Transición.

50 años

1965

Domingo Sangriento. 200 policías estatales atacan a 525 manifestantes a favor de los derechos de la población de raza negra en Selma, Alabama. Era la primera de una serie de marchas para reclamar derechos de la población de raza negra.

60 años

1955

Se inicia la guerra de Vietnam

70 años

Año

Acontecer resumido e indizado

Se cumplen

1950

Se funda Diners Club International, la primera compañía independiente de tarjetas de crédito.

75 años

1945

Se lanzan bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, Japón. Finaliza la Segunda Guerra Mundial. Se crea la Organización de las Naciones Unidas.

80 años

1935

El presidente Franklin D. Roosevelt firma la Ley de la Seguridad Social en los Estados Unidos.

90 años

1925

Comienzan las emisiones de Unión Radio en Madrid (actual Cadena SER).

100 años

Conclusión

En nuestra opinión deberíamos considerar (tanto en las carreras de Periodismo como en las salas de redacción de los medios de comunicación relevantes) a las efemérides como una sección periodística permanente (al menos, más frecuente) en los contenidos que se ofrecen al público. Esta herramienta periodística de reconstrucción de la actualidad podría ser utilizada en asignaturas universitarias y en jornadas académicas como un motivo de investigación para contextualizar y acercar el acontecer antiguo con una mirada renovadora y vigente. Por su parte, en los periódicos, si acostumbramos a los lectores a encontrar un espacio singular en donde las efemérides se presenten con reportajes, entrevistas, crónicas, fotografías, gráficos, tablas e infografías firmados tanto por periodistas especializados como por colaboradores expertos, se conseguirá elaborar un producto periodístico de mucha calidad que, en determinados casos, podría hasta competir con los principales titulares del día. Un trabajo periodístico serio y dedicado en torno a las efemérides relevantes no dejaría al público indiferente y más aún, nos atreveríamos a afirmar que no sólo combatiría a la obsolescencia informativa programada, sino que incluso podría servir también para lidiar con muchas de esas noticias falsas con las que deliberadamente se alimenta hoy en día la actualidad periodística.

Bibliografía

Harari, Yuval Noah (2015) Sapiens. De animales a dioses: Breve historia de la humanidad. Debate.

Lozano-Ascencio, C.; Piñuel-Raigada, J.L.; Gaitán-Moya, J.A. (2007). «Incertidumbre y comunicación. Dominios de supervivencia y estructuración del acontecer». Diálogos de la Comunicación, 75 septiembre-diciembre.

Lozano-Ascencio, C. (2009). Periodismo de catástrofes: La actualidad informativa como fuente de incertidumbres». En Moreno Castro, C. (Ed.) Comunicar los riesgos. Ciencia y tecnología en la sociedad de la información. Biblioteca Nueva. Organización de Estados Iberoamericanos. Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

Lozano-Ascencio, C. (2021). Acontecer y comunicación. Una historia del periodismo. Fábrica de asteriscos. Torraza Piemonte, Italia.
Lozano-Ascencio, C.; Piñuel-Raigada, J.L. (2008). «Autopoiesis y periodismo: reflexiones para un estudio de las construcciones del ‘acontecer’ y del ‘dominio histórico de existencia’ ligados a la actualidad». Espaciotiempo Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades, 1 (2) Otoño-invierno. Dossier: Enfoques de la complejidad y el desarrollo en las Humanidades y las Ciencias Sociales. Universidad Autónoma de San Luis Potosí. San Luis Potosí, México, 88-101 pp.

Lozano-Ascencio, C.; Gaitán, J.A. (2009). «Construcción social del acontecer (epistemología y práctica del periodismo)». Actas y memoria final Congreso Internacional Fundacional I+C Investigar la Comunicación. AE-IC. Santiago de Compostela.

Lozano-Ascencio, C.; Piñuel-Raigada, J.L.; Gaitán-Moya, J.A. (2012). Construcción social y mediática de la incertidumbre: discursos en torno a las quiebras del acontecer. Prisma Social, 8, 380-413.

Piñuel-Raigada, J.L.; Lozano-Ascencio, C. (2006). Ensayo general sobre la comunicación. Paidós, Barcelona, 2006.

Piñuel-Raigada, J.L.; Gaitán-Moya, J.A.; Lozano-Ascencio, C. (2013). Confiar en la prensa o no. Un método para el estudio de la construcción mediática de la realidad. Salamanca, Editorial Comunicación Social Ediciones y Publicaciones.

Ramonet, I. (2003) Los periodistas están en vías de extinción. Chasqui. Revista Latinoamericana de Comunicación, 83 pp. 3. https://revistachasqui.org/index.php/chasqui/article/view/1480/1509

 

 

1 En la naturaleza existen otras clases de cronotopos que no son percibidos por los seres humanos, cítese, como ejemplo a gran escala, la formación de estalactitas y estalagmitas en el interior de una gruta, o, incluso, piénsese, a menor escala, en la velocidad del crecimiento de las uñas o de los cabellos de las personas. En ninguno de los ejemplos citados los sujetos tienen la habilidad para percibir con sus propios ojos el paso del tiempo en sus respectivos espacios, aunque se tenga la certeza de que estalactitas, estalagmitas, uñas y cabellos están creciendo en el momento de ser observados por los sujetos.
2 Piénsese en un agricultor que en su huerto encuentra, por casualidad, un trozo de cerámica. Es probable que se deshaga de él porque no le sirve de nada, más aún, le estorba para conseguir sus objetivos de limpieza. Imagínese ahora a un arqueólogo que tiene la información y algunas pruebas de que en esa misma zona hay un yacimiento romano, para ese investigador el trozo de cerámica se puede convertir en un descubrimiento, lo recoge con guantes y lo mete en una urna de plástico transparente para estudiarla después con más detenimiento. La diferencia entre el agricultor y el arqueólogo son los presupuestos teóricos, las hipótesis y los objetivos que ambos tienen, mientras que para uno el mismo objeto material se convierte en basura, para el otro es una revelación.
3 Es cierto que también se pueden cumplir efemérides con cualquier clase de cifra: 17, 23, 46, 58, 79, etc., pero en tales casos el efecto buscado de enfatizar, recordar y actualizar determinado acontecimiento no cuenta con un número convencionalmente redondo.