Título del Capítulo: «La ciudad creativa. Un nuevo pensamiento urbano basado en la creatividad»
Autoría: Carlos García-Vázquez
Cómo citar este Capítulo: García-Vázquez, C. (2025): «La ciudad creativa. Un nuevo pensamiento urbano basado en la creatividad». En Castro-Higueras, A.; Pérez-Rufí, J.P. (eds.), Donde habita la cultura. Distritos creativos, modelos y tensiones en la ciudad contemporánea. Salamanca: Comunicación Social Ediciones y Publicaciones.
ISBN: 978-84-10176-15-7
d.o.i.: https://doi.org/10.52495/c2.emcs.42.c48
Capítulo 2. La ciudad creativa. Un nuevo pensamiento urbano basado en la creatividad
Carlos García-Vázquez
1. Conceptos
1.1. De la economía creativa a la ciudad creativa
El concepto de ciudad creativa hunde sus raíces en la economía. Su origen se remonta a John Howkins (2001), fundador de la noción de «economía creativa», cuya base conceptual es muy sencilla: dado que las sociedades desarrolladas valoran la novedad y la innovación, y que la creatividad es el potencial para transformar ideas en productos que puedan venderse, aquella se ha convertido en un capital económico.
El motor de desarrollo de la economía creativa es la industria creativa, cuya principal fuente de alimentación son el arte y la cultura: la música, la fotografía, la arquitectura, la artesanía, etc. La segunda fuente es la industria de los medios de comunicación y el entretenimiento: cine-vídeo, TV-radio, software de ocio y juegos de ordenador (uno de los mayores aliados de la economía creativa son las nuevas tecnologías). Y la tercera fuente son los negocios creativos y los servicios a las empresas: publicidad, moda, diseño, edición, etc. Todas estas actividades forman parte del llamado «sector cuaternario», que se ha convertido en uno de los principales pilares de la economía de los países desarrollados. En Estados Unidos, la industria cultural emplea a más del 10% de la población, y en Europa genera el 2,5% del PIB (más que la industria química).
El concepto de «ciudad creativa» apareció por primera vez en 1989. Fue utilizado por Charles Landry en un informe realizado para el ayuntamiento de Glasgow titulado «La ciudad creativa y su economía cultural». En él, Landry destacaba el potencial de la cultura para fomentar la economía de ciudades como Glasgow, que habían sufrido fuertemente los efectos de la desindustrialización derivada de la Crisis del Petróleo de los años setenta. Landry citaba el caso de Hay-on-Wye (véase la figura 1) como un interesante precedente. A principios de la década de 1960, este pueblo galés de 1.400 habitantes, económicamente dependiente de una agricultura y ganadería en declive, experimentó una revolución. En 1961, uno de sus vecinos llenó su castillo semiderruido de libros de segunda mano. Otras personas empezaron a hacer lo mismo con otros edificios obsoletos: el cine, el parque de bomberos... En pocos años, la Librería Cinema se convirtió en la segunda librería más grande del mundo. A principios de los años setenta, el pueblo contaba con más de 42 librerías y acogía un Festival de Literatura. Hay-on-Wye es hoy una atracción turística de rango internacional, con más de cien mil visitantes al año, varias decenas de hoteles, así como de cafés y restaurantes.
La experiencia de Hay-on-Wye fue pionera. Hoy en día, la cultura se ha convertido en una estrategia para competir en la economía global. Esto es especialmente cierto para las ciudades medianas, dada la preferencia del capital global por las grandes metrópolis, las únicas que pueden responder a sus necesidades: albergar sedes de multinacionales y bancos de primer nivel, alojar centros de decisión política y económica, y disponer de infraestructuras altamente sofisticadas, como aeropuertos de primer rango. Aunque estas ciudades globales —Nueva York, Londres o Tokio, son las más estudiadas por investigadores y académicos— en realidad representan una porción muy pequeña del fenómeno urbano contemporáneo. Sólo el 14% de la población mundial vive en ciudades de más de cinco millones de habitantes, mientras que el 62,5% lo hace en ciudades de menos de un millón. Por eso, en este artículo nos centraremos en el caso de las ciudades medianas y en el uso que estas están haciendo de las industrias creativas para competir en el ámbito económico global.
1.2. La clase creativa
Según Charles Landry: «Una ciudad adecuada para el trabajo en fábricas tiene un aspecto y un ambiente diferentes a los de una ciudad orientada a incitar a la gente a ser curiosa e inventiva. En la primera, las personas son consideras únicamente como unidades de producción mecánica; en la segunda, como las ideas clave y, por tanto, generadoras de riqueza»1 (Landry, 1995). Dado que el origen de las industrias creativas radica en la creatividad personal, el capital humano es esencial. Ello supone un cambio esencial con respecto a lo que ocurría en las ciudades industriales tradicionales. La industria creativa no es un sistema centrado en las empresas, sino en las personas, por ello una ciudad creativa debe dar el protagonismo a las personas, debe animar a sus ciudadanos a trabajar con imaginación y a consumir nuevas ideas.
En el libro The Rise of the Creative Class (2002), Richard Florida definió el concepto de «clase creativa», un grupo humano compuesto por científicos, diseñadores, profesores, arquitectos, ingenieros, escritores, artistas, etc., personas que producen formas y diseños que la sociedad consume. Este grupo se ha convertido en uno de los motores económicos de las ciudades contemporáneas, dando lugar a una gran paradoja: si en el siglo XX las ciudades trataban de captar actividades económicas que atrajeran trabajadores, en la actualidad las ciudades tratan de atraer a este tipo de personas porque atraen actividades económicas.
Esta nueva lógica explica que el objetivo de muchas ciudades contemporáneas sea aumentar su «poder de atracción» sobre la clase creativa. La pregunta es: ¿qué la anima a radicarse en una u otra ciudad? Según Florida, la respuesta son las ٣ Ts: Talento, Tecnología y Tolerancia (Florida, 2002). En su libro Creative City: Dynamics, Innovations, Actions (2007), Maurizio Carta menciona 3 Cs: Cultura (la identidad derivada de la historia de la ciudad), Comunicación (la capacidad de la ciudad para divulgar información e implicar a sus ciudadanos en tiempo real) y Cooperación (entre habitantes que comparten objetivos y acciones comunes).
En realidad, la atracción de la clase creativa depende de factores más complejos. Landry y Carta admiten que hay una serie de condiciones previas para que una ciudad pueda llegar a ser creativa:
1. Un liderazgo fuerte. Aunque la ciudad creativa se base en una cultura organizativa que no es rígida, ni jerárquica, ni burocrática, sino en un sistema horizontal que funciona con políticas de gobernanza y participación ciudadana, el liderazgo en la administración pública es muy importante. El papel desempeñado por Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona entre 1982 y 1997, es un buen ejemplo de ello.
2. Una sociedad creativa, lo que implica muchas cosas: diversidad humana, tolerancia, orgullo cívico, movilidad social y un espíritu de comunidad que fomente la interacción a través de dinámicas de trabajo en red. Además, es necesaria una masa crítica de ciudadanos creativos con cargos influyentes. Este tipo de sociedades crean lo que Carta (2007) denomina «perturbación», una tensión positiva que anima a las comunidades a superar situaciones presentes y trabajar en pro de un cambio creativo.
3. Una masa crítica de actividades creativas. Algunos autores las denominan «multisectoriales», actividades sinérgicas como son la vivienda, la industria, el comercio, los centros culturales de alto nivel, etc. Normalmente, estas actividades las desempeñan asociaciones o microempresas muy dinámicas, que conocen el «know how» necesario para poner en marcha el proceso creativo.
4. Equipamientos creativos. Son especialmente importantes los dedicados a la cultura, la investigación y la educación (escuelas internacionales, fundaciones, parques científicos, universidades, etc.).
5. Una orientación «glocal». En la ciudad creativa, la identidad y el carácter distintivo locales son importantes, pero ambos tienen que tener una orientación global.
6. Espacios urbanos creativos. La interacción cara a cara genera nuevas ideas, productos, servicios... Por eso el entorno construido es crucial: hay determinados espacios urbanos y arquitectónicos que apoyan y animan la creatividad.
En los próximos apartados nos centraremos en este último aspecto.
1.3. Los creative milieus
Un creative milieu es un lugar donde una masa crítica de empresarios, intelectuales, activistas, artistas o estudiantes operan en un contexto cosmopolita y abierto. Puede tratarse de un edificio, de una calle, de un barrio o de toda una ciudad.
Un creative milieu cumple una serie de requisitos en términos de infraestructuras duras y blandas. Las «infraestructuras duras» (grandes museos, institutos de investigación, centros culturales, etc.) establecen nexos entre edificios e instituciones. Los servicios de apoyo, como transportes, sanidad y equipamientos, también pueden considerarse infraestructuras duras. Podríamos decir que estas conforman la base del urbanismo tradicional: carreteras, viviendas, edificios de oficinas, arquitectura icónica, etc. En cuanto a las «infraestructuras blandas», conforman un sistema de estructuras asociativas, de redes y conexiones que fomentan el establecimiento de flujos de ideas entre individuos e instituciones. Tratan de crear un ambiente positivo, prestando atención a la forma en que la gente se reúne, intercambia ideas y trabaja en red. Utilizando experiencias urbanas de carácter sensorial, las infraestructuras blandas incitan a pensar psicológicamente las ciudades. Evocan, por ejemplo, asociaciones mentales positivas, como la de París con el amor o la de Nueva York con el dinamismo. Las infraestructuras blandas explotan y proyectan globalmente esta atmósfera a través de arquitecturas icónicas, grandes eventos o el denominado «city branding». En resumen, tal como concluye Landry (1995), las infraestructuras duras son materiales y tangibles, reales y visibles, cuantificables y calculables; mientras que las infraestructuras blandas son inmateriales e intangibles, simbólicas e invisibles, tienen que ver con percepciones e imágenes.
2. La ciudad creativa
Dividiremos el análisis de las ciudades creativas en dos apartados: espacios urbanos creativos y creative milieus. Como casos de estudio, utilizaremos intervenciones realizadas en ciudades de tamaño medio que han utilizado el fomento de las actividades creativas para posicionarse en la economía global.
2.1. Espacios urbanos creativos
Los tres principales espacios urbanos creativos son: el espacio público, los lugares de encuentro y los barrios históricos. En cuanto al primero, es un entorno que desarrolla la creatividad porque permite a los individuos traspasar los límites de su círculo personal (familiar, profesional, social). Es también el espacio donde se despliega la tolerancia y la diversidad. Para que un espacio público sea creativo debe promover la interacción entre sus usuarios. Un ejemplo de ello es la Schouwburgplein (véase la figura 3), proyectada por West 8 en Rotterdam en 1996. El diseño de esta plaza no establece trayectorias ni actividades predeterminadas, es un lugar donde la gente puede jugar u organizar eventos según su propia voluntad. Bajo el pavimento de la Schouwburgplein hay instalaciones que abastecen numerosos puntos de agua, luz y electricidad. Los distintos materiales insinúan usos diferentes: el lado oeste, pavimentado con resina, lo utilizan especialmente los patinadores; el este, con un suelo de madera más ligero y cálido, se usa como zona de estancia. Hay cuatro farolas en forma de grúa, alusión al puerto de Rotterdam, que los ciudadanos pueden mover gracias a un mando a distancia situado en su base. El resultado es un espacio abierto donde los usuarios se mueven libremente y ponen en práctica su propia idea de plaza, donde la gente «descubre sensaciones de forma autónoma».
En cuanto a los lugares de encuentro, el segundo espacio urbano creativo que estamos considerando, se refiere a las zonas donde los colectivos creativos se reúnen para hablar e interactuar. Puede tratarse de salas de conciertos, cafés, clubes... lugares como Boisdale, Maverick o Asylum en Londres, o Philosophes en París. Otro ejemplo de ello son los Hackesche Höfe de Berlín (fig. 4), un conjunto urbano construido en 1906 por August Endel en estilo Jugendstil, y conformado por ocho patios interconectados. Hoy alberga más de 40 empresas, instituciones culturales, tiendas, bares, restaurantes, clubes y residencias. El primer patio (Endellscher Hof) acoge el cabaret Chamäleon, un cine y varios bares y restaurantes. En el segundo patio (Theaterhof) se encuentra el Theater Hackesche Höfe, así como varios despachos de arquitectos. En el resto de los patios hay tiendas y galerías de arte.
Por último, están los distritos históricos. Son importantes porque en estas zonas las ciudades europeas muestran su carácter más distintivo. Ello supone una enorme ventaja, ya que la creatividad está estrechamente ligada a las especificidades y los valores simbólicos locales. La estrategia, en estos casos, es explotar los recursos de los cascos históricos de forma creativa, es decir, no centrarse únicamente en sus monumentos y explorar aspectos como la cocina, la vestimenta, las actividades de ocio, las subculturas urbanas, etc. El lema es «create something out of nothing», crear algo que incite la identificación de esa ciudad específica con las industrias creativas. Un ejemplo de ello es el caso del Distrito del Diseño de Helsinki, ubicado en 25 calles de su centro histórico. La zona es un conglomerado de empresas creativas que ofrece productos de diseño finlandés de primera clase. Hay galerías de arte y museos (el Museo del Diseño, el Museo de Arquitectura Finlandesa y el Foro de Diseño de Finlandia, etc.), estudios de diseño, hoteles boutique, restaurantes, salas de exposiciones, así como más de 200 tiendas de diseño y antigüedades.
2.2. Creative milieus
El segundo aspecto de la ciudad creativa que vamos a considerar son los creative milieus. La agrupación de actividades, personas e infraestructuras creativas en clusters es una estrategia muy efectiva. Estos clusters generan sinergias entre usos adyacentes, estimulan la competencia y reúnen a compradores y vendedores. Los clusters creativos pueden dividirse en cuatro grandes grupos: culturales, de investigación y producción, de eventos y residenciales.
Los clusters culturales se generan en torno a determinadas expresiones artísticas: artes figurativas y música, cine y TV, arquitectura y diseño, etc. Pueden conformarse de tres formas distintas: concentrando museos existentes e interconectándolos entre sí, como el caso de la Isla de los Museos de Berlín; adicionando nuevos edificios culturales a lugares donde ya existía un museo de referencia internacional, lo que deriva en un cluster lineal o zonal, como el Barrio de los Museos de Viena, la Milla de la Cultura de Madrid o la Museumsplein de Ámsterdam; o creándolos desde cero, como la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, un eje de dos km de longitud a lo largo del antiguo cauce del río Turia, donde se construyeron seis edificios dedicados a la divulgación científica y cultural (el Palau de les Arts, un teatro de ópera; el Umbracle, un mirador ajardinado y aparcamiento; el Hemisfèric, un cine IMAX; el Museo de las Ciencias; el Ágora, un espacio multifuncional; y el Oceanogràfic, el mayor acuario de Europa).
Por lo que respecta a los clusters de investigación y producción, son lugares donde se asientan industrias y empresas creativas. Uno de los ejemplos europeos más destacados es el Distrito 22@ de Barcelona (fig. 5), situado en la decimonónica zona industrial de Poblenou, apodada «la Manchester catalana». Este distrito tecnológico y de innovación se extiende a lo largo de 115 manzanas y 198 hectáreas. En sus 4.500 empresas de industrias creativas trabajan 56.200 personas. Un 31% de ellas son de base tecnológica o del conocimiento. La legislación urbanística fomenta estas actividades otorgando a este tipo de empresas un plus de superficie edificable. Ello no significa, sin embargo, que 22@ apueste por la monofuncionalidad. El distrito favorece la cohesión social fomentando igualmente la construcción de espacios de ocio y de viviendas de protección oficial. Ello explica que la población de la zona creciera un 22,8% tras los primeros años de la implantación de 22@, pasando de 73.464 a 90.214 habitantes.
En cuanto a los clusters de eventos, sirven para organizar actos lúdico-culturales o festivales (deportivos, artísticos, feriales...). Pueden estar concentrados en un solo lugar, como el caso de la Bienal de Venecia en el Arsenale; o repartirse por toda la ciudad, como el Documenta de Kassel. Una de las mayores aglomeraciones de eventos de Europa fue el resultado del Fórum Universal de las Culturas, celebrado en Barcelona en 2004. Su plaza central y el espacio abierto que la rodea forman una zona pública denominada Parc del Fòrum, y ha albergado eventos multitudinarios tales como el Festival Primavera Sound, el Summercase o los populares conciertos de La Mercè.
Por último, los clusters creativos residenciales son el resultado de la tendencia de los jóvenes artistas, uno de los principales grupos que conforman la clase creativa, a residir en zonas urbanas baratas aunque interesantes, normalmente dentro de o cercanas a los centros históricos. En muchos casos, se trata de barrios degradados, donde estos colectivos encuentran alquileres asequibles y espacios sugerentes. En Londres, los primeros clusters residenciales creativos se ubicaron en el Soho, luego se desplazaron a Camden Town y en la actualidad abundan en el East End (en los barrios de Shoreditch, Dalston, etc.). Esta tendencia al desplazamiento se debe al proceso de gentrificación que suele desencadenar el asentamiento de la clase creativa en una zona determinada, ya que el aumento de los alquileres obliga a los jóvenes artistas a mudarse. Desde el punto de vista de la planificación de la ciudad creativa, por tanto, es importante evitar la gentrificación protegiendo alquileres accesibles de locales y viviendas. Un ejemplo de cómo hacerlo es el caso de Temple Bar, en Dublín, una zona situada en la orilla sur del río Liffey. En el siglo XVIII era el epicentro de la prostitución en la capital irlandesa, lo que la salvó de ser destruida en actuaciones especulativas de los años sesenta. En la década de 1980, la empresa estatal de transportes propuso demoler el barrio para construir una terminal de autobuses. Mientras se tramitaba esta operación, los edificios adquiridos por la empresa se alquilaron a bajo precio, lo que atrajo a pequeños comercios, artistas y galerías. Finalmente, las protestas de residentes y comerciantes llevaron a cancelar el proyecto de la estación de autobuses. En 1991, el gobierno creó una empresa sin ánimo de lucro para supervisar la regeneración de Temple Bar. El ayuntamiento de Dublín concedió a los artistas contratos de arrendamiento a largo plazo en inmuebles de propiedad municipal que fueron destinados a albergar artistas.
2.3. Espacios obsoletos como creative millieus: frentes marítimos y zonas productivas abandonadas
Algunos de los proyectos que acabamos de ver se ubican en espacios anteriormente obsoletos, como Temple Bar o el Distrito 22@. Estos lugares (terrenos en desuso, áreas degradadas, etc.) son muy importantes para la ciudad creativa por el potencial que ofrecen para ser reutilizados para el desarrollo de actividades creativas. Se trata de espacios financieramente asequibles y muy sugerentes desde el punto de vista arquitectónico. Ello explica que, hoy en día, los lugares obsoletos se consideren «áreas de oportunidad» en las ciudades creativas.
Hay dos tipos de espacios obsoletos especialmente adecuados para ser transformados en creative milieus: los muelles y las antiguas zonas de producción, principalmente industriales. Los primeros suelen ser puertos, y son especialmente interesantes por el atractivo que supone la presencia del agua. Tras la crisis del petróleo de la década de 1970, el comercio se redujo y otros sistemas de transporte (ferrocarril, camiones, etc.) empezaron a competir con los puertos en el movimiento de mercancías. Muchas instalaciones portuarias no se renovaron y, al cabo de pocos años, quedaron obsoletas. Hoy, buena parte de ellas se ha transformado en creative milieus: la ría de Bilbao, la zona Kop van Zuid de Rotterdam, el puerto histórico de Génova, los docklands de Liverpool, la zona Euroméditerranée de Marsella, etc.
Un ejemplo destacado del uso de los frentes marítimos para crear clusters creativos es la Haffenstadt de Hamburgo (véase la figura 6). Gran parte de los edificios de este puerto, uno de los mayores del mundo, se han transformado en instalaciones culturales. Un antiguo almacén es hoy el Museo Marítimo Internacional; la antigua Sala de Subastas de Pescado, una galería mediática; el Hammerbrook, un estadio multiusos; mientras que muchos almacenes se están convirtiendo en edificios residenciales. El edificio-icono de este cluster, el «faro» de la Haffenstadt, es la Filarmónica, diseñada por Herzog & De Meuron.
Como decíamos, también muchas antiguas zonas de producción se han transformado en clusters creativos: la Fábrica de Cables de Nokia en Helsinki (fig. 2), el Matadero de Madrid, etc. Sin embargo, la mayor operación de reconversión de un antiguo espacio productivo en un creative milieu ha tenido lugar en la cuenca alemana del Ruhr, una zona de 800 km2 donde viven 2,5 millones de personas. Durante varios años, la IBA Emscher Park (1989-1999) organizó seminarios, debates y discusiones en los medios de comunicación para consensuar qué hacer y cómo transformar los cientos de complejos de industria pesada ubicados en esta zona. El objetivo era la creación de un centro mundial de investigación sobre técnicas de restauración y gestión de lugares contaminados, es decir, la degradación medioambiental fue utilizada para generar un novedoso producto orientado a un mercado global. En este caso, la idea de cluster creativo se llevó a la escala territorial, con la creación de un corredor verde que englobaba bosques, minas, canales de navegación, etc. En la actualidad, y tras la puesta en marcha de más de cien proyectos innovadores, el emplazamiento conforma el mayor parque cultural industrial del mundo.
En la zona destacan varios proyectos. En el parque de la salud Quellenbusch de Bottrop, se utilizan plantas como mecanismo para inspirar experiencias sensoriales, una terapia pensada para la rehabilitación de los pacientes de un hospital cercano. En Oberhause, el mayor gasómetro de Europa (120 metros de alto y 67 de ancho) se convirtió en un centro de exposiciones. Y en la enorme mina de carbón de Zeche Zollverein, con 80 hectáreas y 20 edificios, Norman Foster construyó el emblemático Centro de Diseño Industrial. Sin embargo, la intervención más importante de la IBA Emscher Park fue el Landshaftspark de Duisburg-Norte (véase la figura 7), diseñado por Peter Latz. Esta antigua acería fue objeto de una intervención soft: no se demolió casi nada, las ruinas existentes se adaptaron a nuevos usos, pero a base de modificaciones muy modestas. El gasómetro, por ejemplo, se convirtió en un centro de buceo, las paredes de los depósitos en muros para escalar y los antiguos hornos en pequeños jardines temáticos. El objetivo último de la intervención fue hacer posible que la gente pudiera disfrutar del lugar, pero sólo sugiriéndole actividades, sin dictarle exactamente cómo.
Referencias bibliográficas
Carta, Maurizio (2007): Creative City: Dynamics, Innovations, Actions, Barcelona: LISt.
Figura 1. Hay-on-Wye, la book town.
Fuente: Imagen de Steve Parker, licencia CC BY 2.0, vía Flickr [https://bit.ly/3VTQXTQ].
Fuente: Imagen de Ypsilon from Finland, licencia CC0, vía Wikimedia Commons [https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Estonian_market_in_Kaapelitehdas.jpg].
Figura 2. Celebración de un mercado estonio en la Fábrica de Cables (Helsinki).
Figura 3. Schouwburgplein / West 8 (Rotterdam, 1996).
Fuente: Imagen de Ritzo ten Cate, licencia CC BY-SA 2.0, vía Flickr [https://bit.ly/4pW3yDw].
Figura 4. Hackesche Höfe (Berlín).
Fuente: Imagen de La Città Viva, licencia CC BY-SA 2.0, vía Flickr [https://bit.ly/48ow5vr].
Figura 5. Gráfiti en el Distrito 22@ (Barcelona).
Fuente: Imagen de Zarateman, licencia CC0, vía Wikimedia Commons [https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Barcelona_-_Graffiti_en_22@Barcelona_11.jpg].
Figura 6. La Filarmónica de Hamburgo (Herzog & De Meuron).
Fuente: Imagen de JoachimKohler-HB, licencia CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons [https://commons.wikimedia.org/wiki/File:%22Cap_San_Diego%22_%26_Elbphilharmonie_(Hamburg,_2019).jpg].
Figura 7. Landschaftspark Duisburg-Nord (Peter Latz).
Fuente: Imagen de Rob Oo, licencia CC BY 2.0, vía Flickr [http://bit.ly/3IyD8ap].